Casasús, a la izquierda, ayer, durante la conferencia que pronunció en s’Alamera. | Marco Torres
Con motivo del centenario de la muerte del poeta y periodista Joan Maragall, el Institut d'Estudis Eivissencs se sumó a las conmemoraciones organizando la conferencia ‘La ciutat del perdó. El periodisme de Joan Maragall i la Setmana Tràgica' que tuvo lugar ayer en el Centre Cultural s'Alamera y corrió a cargo del decano de la Facultad de Comunicación de la Univeristat Pompeu Fabra de Barcelona, Josep M. Casasús. Pese a que su faceta como poeta es más conocida, Maragall desempeñó una importante carrera como articulista.
Del conjunto de obra como periodista, Casasús destacó para su conferencia la que se centra en las revueltas que se produjeron en la Ciudad Condal durante la Semana Trágica, que tuvo lugar en julio de 1909. «En este artículo, Maragall defiende a Francesc Ferrer i Guàrdia, un pedagogo vinculado a los movimientos masónicos y anarquistas a quien se acusó de ser el inductor de los hechos acontecidos durante la Semana Trágica», explicaba ayer el académico catalán, que añadía: «Está considerado como uno de los mejores artículos que se ha escrito como defensa a un condenado a muerte». En él, Joan Maragall se dirige a su clase social, a la burguesía catalana, «para decirles que eran unos cobardes», apuntaba Casasús.
«El director de ‘La veu de Catalunya', el diario del catalanismo conservador de la época, censuró el artículo y este texto no se descubrió hasta el año 1932», señalaba el conferenciante acerca de este artículo, que forma parte de una trilogía, de la que sí se publicaron las dos partes restantes.
Espiritual
«Joan Maragall era un periodista cívico y comprometido con la sociedad del momento y los problemas de la época y que tenía una enorme voluntad para intervenir como intelectual en la mejora de esa sociedad», aseguró ayer el periodista catalán.
En sus artículos, según Josep_M. Casasús, Maragall mostraba que era un católico cuyas ideas estaban muy avanzadas. «Su compromiso con la sociedad era de carácter ético y de conciencia ya que su catolicismo, en contra de la pena de muerte, para los católicos de la época era muy avanzado».
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