«Antes de que los hombres fueran mortales, Prometeo engañó a Zeus para favorecer a los hombres. Esto provocó la venganza de Zeus, que condenó a los hombres a la mortalidad», explicaba ayer el poeta y director del Instituto de Filología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950), que ofreció por la tarde una conferencia en Can Ventosa titulada Mitología y condición humana, enmarcada dentro de la séptima edición del ‘Curs de Pensament i Cultura Clásica' que organiza anualmente la Fundació La Caixa.
-Filólogo, poeta, traductor, ensayista... ¿qué termino le define mejor?
-Me siento más compenetrado con mi etiqueta poética que con todas las otras.
-¿Cuál era la función con la que nació la mitología?
-Explicando por qué se produjo esa situación que llevó a los dioses a precipitar a los hombres a esos males, de alguna manera, nos tranquiliza. La mitología intenta dar respuesta a los principales interrogantes humanos, entre ellos la mortalidad o la enfermedad. De alguna manera, la respuesta de la mitología es parecida a la que da la religión después, aunque son dos áreas diferenciadas.
-Este tipo de mitos siguen respondiendo a las mismas inquietudes humanas, a pesar de que estemos en el siglo XXI...
-El hombre, desde que es homo sapiens, siempre ha tenido los mismos interrogantes, se ha preocupado por las mismas cuestiones y ha estado amenazado por el dolor, la muerte, la enfermedad. Así, tiene que explicarse este tipo de cosas, que no son fáciles de explicar y acude al mito para, al menos, crear un espacio de entendimiento a estos males.
-¿Cuál era entonces la diferencia entre dioses y hombres?
-Hubo una época en Grecia en que hombres y dioses no se diferenciaban en nada y todos eran inmortales. La diferencia era que unos eran los oprimidos y los otros los opresores. A partir de ese conflicto entre Prometeo y Zeus, éste encargó la creación de Pandora, la primera mujer de la mitología, que fue la que extendió el mal sobre la humanidad abriendo su caja.
-Si me permite ser irónica, las mujeres siempre en tan buen lugar, ¿verdad?
-La griega era una sociedad muy misógina. La mujer estaba relegada a las labores de reproducción. Solamente las cortesanas, las amantes, tenían un puesto en la sociedad. La mujer era oscura, inculta... con la excepción de Hipatia, aunque ella ya vivió en el siglo IV d. C. Los griegos clásicos eran bastante machistas pero por otra parte eran geniales. Hay un antes y un después de los griegos en la historia de la humanidad.
-Ha publicado recientemente ‘En la cama con la muerte', una recopilación de poemas fúnebres acompañada por fotografías en cementerios de todo el mundo, ¿cree que poesía y muerte, así como poesía y amor, siempre están relacionados?
-Desde Freud sabemos que Eros y Tánatos, el amor y la muerte, están muy cerca. En el acto del amor, por ejemplo, los franceses llaman al orgasmo ‘la pequeña muerte', por algo será.
Alma de rockero
«La poesía y la música nacieron juntas, en Grecia precisamente, en la generación de la poetisa Safo», explicaba ayer De Cuenca. El poeta se ha unido a Loquillo para publicar Su nombre era el de todas las mujeres, un disco en el que el rockero ha musicado sus poemas y que ha alcanzado el quinto lugar en las listas de ventas.
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