Una imagen promocional de Nur Banu, a quien avala una trayectoria internacional de 30 años. | Redacción Cultura
La bailarina oriental Nur Banu lleva más de treinta años recorriendo los escenarios de medio mundo con su arte. El sábado presenta a las 20 horas, dentro de las Vetllades musicals que organiza Can Ventosa, su nuevo espectáculo titulado La alfombra mágica, que recupera el gusto por la tradición de esta danza.
Esta nueva puesta en escena, que ha dirigido y coreografiado la propia Banu, es un recorrido por las danzas del mundo árabe, un viaje en el tiempo y en el espacio que comienza en el Egipto faraónico, recorre tierras beduinas y transporta al público hasta las Cortes de Aleppo (Siria) y Túnez para regresar hasta el moderno El Cairo.
En esta ocasión, a diferencia del otro espectáculo en el que está trabajando actualmente la bailarina llamado Harem, la propuesta que presentará el día 19 tiene un enfoque mucho más cultural. «Llevo una investigación de años sobre todo en lo que se refiere a la danza de Al-Andalus. No hay documentos de los bailes pero sí tenemos en la escuela de Aleppo y en Marruecos, la posibilidad de recibir formación de música andalusí. He mirado textos, libros, vestimentas y he indagado sobre el papel de la mujer en la corte de Al-Andalus. Hemos reconstruido esa época a partir de los ritmos y las músicas que se conservan y hemos montado este espectáculo. Nos hemos inspirado en el trabajo de Mahmoud Reda, que fue uno de mis profesores», comentó ayer la italiana.
Prejuicios
Banu considera que a través de su espectáculo conseguirá cambiar el chip de los espectadores y eliminar los prejuicios que mucha gente tiene respecto a la danza oriental: «Hay mucha ignorancia sobre el tema. Los únicos referentes de la danza oriental que teníamos hace algunos años nos venían de Hollywood y no le daban a la mujer un papel digno, sino de 'come hombres'». Además, según Nur Banu, su especialidad «es una danza sensual, pero es un baile elegante y refinado, con lo cual, el espectador jamás se va a sentir incómodo. Si lo hace es que no está presenciando un espectáculo auténtico» y remarca que «la mujer nunca tiene un papel vulgar. Insinúa, pero nunca enseña».
Para ella es importante valorar la danza oriental tal y como se merece: «Hace tiempo, se consideraba que esto era algo de 'moros'. Cuando, en Egipto, esta expresión artística es Patrimonio Cultural y se necesitan, nada más y nada menos, que treinta músicos de formación clásica. Requiere unos conocimientos muy profundos de música». Y añade que ese conocimiento no es «nada fácil de adquirir, sobre todo para un occidental».
El próximo sábado, Nur Banu estará acompañada sobre el escenario por su marido, el músico Yaron Marko, y el nubio Shaban, ambos en la percusión, y el grupo de bailarinas árabes, Layali, que conforman tres chicas residentes en Eivissa a las que ha formado la propia Banu.
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