La galería Via 2 acogerá a las 20,00 horas de hoy martes la inauguración de una exposición de pinturas de Paul Simons, que estará abierta al público hasta el próximo día 15. «Presentó alrededor de una treintena de obras de diversos tamaños, todas óleos sobre papel; con un cuadro realmente grande que tiene para mí un sentido especial porque refleja un recuerdo personal doloroso. Tengo otras pinturas grandes, pero no las he traído por cuestión de espacio», explicó ayer a este periódico el artista holandés, quien descubrió hace 20 años Eivissa, donde reside desde hace ocho, destacando asimismo de la muestra un tríptico irónico en torno a la crucifixión. Todo dentro de su habitual estilo expresionista de trazo decidido.
Esta es la segunda exposición que ofrece en Eivissa el artista holandés. La primera fue justo hace un año en la galería Es Molí, cuando Simons contó a este periódico que no era muy partidario de mostrar en público su trabajo, prefiriendo que los interesados pasarán a ver lo que hacía por su estudio. Aunque ha cambiado de opinión: «Sí, mi esposa y mi novia actual me han convencido de que debo presentar más lo que hago; y creo que, finalmente, ellas tienen razón», precisó el pintor, quien tiene en cartera «una exposición pequeña en Amsterdam para el mes de julio, y luego otra mucho más grande para septiembre».
Gusto por la bohemia
Por carácter y estilo de vida, parece que Paul Simons tiene una cierta debilidad por la vida bohemia. Así, a la hora de ponerse a pintar, «prefiero las noches. Por el día me gusta más beber hasta que me voy sintiendo bien; entonces, cuando llega la noche y me siento feliz, pinto. Pero por la mañana voy a mirar lo que hice y a menudo cambio algo. Me cuesta trabajo dar por terminada una obra, es algo que no puedo evitar», reconoció el artista.
Como ha sucedido con tantos otros creadores, la relación de Simons con Eivissa tiene bastante de amor a primera vista. «Cuando vine a la isla por primera vez, hará unos 20 años, me encantó. Pero entonces no me pareció el momento para instalarme aquí. Primero, porque estaba bien en Amsterdam, y luego, porque, como hablaba francés, me apetecía vivir un tiempo en el sur de Francia. Pero me cansé del frío y la lluvia de los inviernos y, finalmente, me decidí por Eivissa. Sobre todo por su buena temperatura todo el año y por su luz tan especial, que sale directamente del reflejo del sol en el mar. Una buena luz es algo importante para mí, desde luego».
Sin embargo, a la hora de trabajar, no lo hace del natural: «No copio la realidad, pinto imágenes que me vienen a la cabeza, y trato de expresarlas lo mejor que puedo, cambiándolas bastante de cómo las imagino antes de ponerme a trabajar», precisó.
Una amplia muestra de la producción artística de Paul Simons está recogida en un grueso catálogo. Obras de diversas épocas, algunas presentadas en Amsterdam y en París, mientras que otras sólo fueron mostradas a los amigos y admiradores que visitaban su taller; una actitud que, como aseguró ayer, los años y sus querencias más próximas le han hecho cambiar de opinión.
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