EFE-FRÀNCFORT

La Feria del Libro de Fráncfort, la mayor del mundo, se inauguró ayer con China como polémico invitado de honor y con los efectos de la revolución digital como una de las principales preocupaciones de los editores. La presencia del país oriental fue definida como un reto por parte del director de la Feria, Jürgen Boos, que reiteró hoy su confianza en que la presencia de China en Fráncfort sirva para abrir un diálogo que no eluda los temas desagradables. «Esperamos una Feria intensa y para nada cómoda», dijo Boos, que considera que una de las funciones de la muestra es generar debates.

Y por eso su esperanza es que lo que no hará la presentación oficial china se podrá realizar en otros pabellones de la Feria, en actos organizador por ONGs o editoriales. Entre la delegación de escritores chinos presentes en la feria hay algunos autores que están bajo sospecha de ser agentes de propaganda del régimen comunista.

Al margen del reto político que representa la presencia de China como invitado de honor hay otro tema que concentra la atención de los editores, el de la revolución digital y la reacción del sector ante la misma. «La pregunta que nos acompaña ahora es cómo es ganar dinero con contenidos digitales», dijo Boos.

La principal preocupación del sector es el proyecto del consorcio Google de digitalizar los fondos de las bibliotecas estadounidenses y ponerlos a disposición de los internautas en la red, algo que sigue provocando dolor de cabeza en los editores de medio mundo.

Sin embargo, ahora parece haber un moderado optimismo después de que se haya paralizado el proyecto original de Google y se haya abierto así el camino para nuevas negociaciones; un reto hacia el futuro.