La relación de Sonia Jaume con el teatro ha pasado en poco tiempo de cero a un horizonte profesional prometedor. Empezó a finales de 2006 haciendo el curso municipal que imparte el GAT y el próximo octubre entrará directamente, sin necesidad de hacer las pruebas de acceso, a la reconocida Escuela de Cristina Rota, en Madrid. Un salto notable, que viene a justificar el entusiasmo que siente por ella Merche Chapí, fundadora del GAT y su mentora teatral. «Empecé en las clases de técnica, con Àngels Escandell, y poco a poco el teatro me fue atrapando con fuerza. Participé en una de las obras de fin de curso que prepara Merche y enseguida me ofreció el papel de la protagonista de La señorita Julia. Fue un gran regalo, pero sentí miedo y una responsabilidad muy grande», explicó ayer a este periódico la actríz ibicenca, que tiene 28 años de edad.

Aceptó, por supuesto. «Me hacía mucha ilusión y estuve muy bien arropada, tanto por Merche como por Enrique Sánchez (el otro protagonista). Al año siguiente no pude hacer el curso, porque nos metimos en el montaje de Nadie atraviesa mi línea; y este año, El zoo de cristal. Así que he hecho poco, pero el teatro es algo que te pincha dentro y no hay forma de quitártelo de encima», valoró Sonia Jaume, sumamente agradecida por el apoyo y estímulo que ha encontrado en Merche Chapí. «Se me llena la boca; ha sido quien me ha abierto las puertas de todo esto, quien me ha enseñado a querer el teatro, a soñar. Para mí lo es todo. Lo poco o lo mucho que pueda hacer en este mundo es gracias a ella, con la que tendré siempre una deuda absoluta», aseguró.

Con Enrique Sánchez
El agradecimiento a Merche Chapí lo hace Sonia Jaume extensivo a su compañero de escena en las tres obras apuntadas, Enrique Sánchez, concejal de Bienestar Social en el Ayuntamiento de Eivissa. «La colaboración con él ha sido genial. Enrique es un actorazo, con lo que resulta muy fácil trabajar con él. En La señorita Julia, la primera obra que hicimos juntos, estaba asustadísima, todo me daba vergüenza; y él fue un apoyo muy grande para darle naturalidad al asunto», precisó la actriz, añadiendo: «Con el tiempo ha habido una estupenda conexión mutua entre nosotros; es un gran compañero».

En cuanto a la opinión de su familia y amigos, «están contentos con la suerte que he tenido; aunque mi madre, como todas, tiene un poquito de miedo de que me vaya a Madrid, porque el teatro no es una cosa que inspire mucha confianza en cuanto a futuro. Pero es algo que me apetece mucho; para mí es una gran experiencia, así que voy como una esponjita, dispuesta a vivirla a tope. Quiero aprender todo lo que me puedan ofrecer», señaló.

Sobre Cristina Rota y su escuela, Sonia Jaume había oído hablar, «y era una meta que estaba ahí. Tuvimos la suerte de que vino a Can Ventosa a hacer un taller de tres días y me apunté con el GAT. Fue una experiencia brutal; un cúmulo de sensaciones producidas por su forma de trabajar, distinta y a otro nivel».

Un taller bien aprovechado por la actriz ibicenca, porque «cuando al mes de marcharse la llamamos, con Merche, me dijo que sí, que me aceptaba en su escuela y sin tener que hacer las pruebas de acceso. Además, entraría directamente en el segundo curso; así que, imagínate, estoy encantada con todo lo que me está pasando en el teatro; y en tan poco tiempo. ¿Qué más puedo pedir?» concluyó Sonia Jaume, esperanzada y feliz.

Sonia Jaume no está al tanto aún del programa de trabajo de la Escuela de Cristina Rota, aunque por lo que ha oído de este prestigioso centro de la madre del actor Juan Diego Botto, sabe que representa un notable salto cualitativo en el arte de Talía. «El 1 de octubre tengo que estar ya para hacer la presentación y allí nos lo explicarán todo. Sé, por ejemplo, que la escuela tiene una sala, Mirador, en la que se realizan las exposiciones de fin de curso», apuntó.

También, la Sala Mirador «acoge una iniciativa que se llama La catarsis del tomatazo. En ella, los alumnos de la escuela preparan obritas durante el curso para enfrentarse al público de fuera, que tiene tomates en las manos. Si le gusta la obra, aplaude; y si no, le tira tomate a los actores. Son funciones abiertas al público en general, que se anuncian en la Guía del Ocio», explicó.