Al menos en esta isla? He vuelto a preguntármelo esta semana a raíz de la entrevista que le he hecho a Enrique Juncosa, director del Irish Museum of Modern Art (IMMA) de Dublín, centrada sobre todo en la relación que tuvo este poeta y gestor cultural mallorquín con Barry Flanagan, en cuyo funeral ofreció un resumen de la trayectoria del gran escultor británico, otro artista más de la larga lista de los que se enganchan con este rincón mediterráneo de luces y sombras.

Y es que a la pregunta de que si Ibiza significó mucho en la biografía de Flanagan, precisa Juncosa: «Creo que Barry estaba muy cómodo en la isla disfrutando de su tradición inconformista y abierta. En 2008 consideró la idea de construir una fundación en la isla, pero creo que le abrumaron las posibles complicaciones burocráticas».

Una pena, desde luego, y que -saltando en el tiempo- me recuerda que mi querido amigo Eduard Micus también tenía la intención de montar una fundación en el hermoso Espacio que diseñó y casi construyó con sus propia manos junto a su casa, por la zona de Can Furnet. Pero murió antes de ver hecho realidad su sueño, algo decepcionado porque el proyecto (pensado sobre todo para apoyar el arte joven de la isla) no pudo salir adelante; entre otros cosas, también por trabas burocráticas. Otra pena, mayor en este caso, porque el edificio ya estaba construido, y ahí sigue, muy poco rentabilizado con las cuatro exposiciones que organiza al año su hija Katja. Lástima; y ojalá no termine siendo un restaurante o una discoteca, conociendo como funciona esta isla.

Ahora que caigo: sí que hay en Ibiza una fundación que no tuvo ningún problema a la hora de ponerse en marcha, la Fundación Abel Matutes, bastante infrautilizada, por cierto. Pero claro, 'don' Abel tiene más peso en su isla que esos dos grandes artistas extranjeros que tanto la querían.