La galería Via 2 de Eivissa acogerá a las 20,30 horas de hoy martes la inauguración de una exposición de Michel Buades titulada Signum, que estará abierta hasta el próximo 2 de octubre. Muestra que incluye unas 15 obras de formado variado (entre trabajos de notables dimensiones y otros particularmente pequeños) realizadas con técnica mixta, así como varias piezas trabajadas en plomo, utilizando este metal industrial «para darle otra identidad, traduciéndolo a mi propia sensibilidad», apuntó ayer Buades en la presentación de la muestra, con la que vuelve a dar a conocer sus creaciones en la isla después de cinco años de ausencia expositiva, ya que la última vez que lo hizo fue en 2004 con la instalación ¿Qué mide el tiempo? de la ex-iglesia de l'Hospitalet, cuando aún era un anexo del Museu d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE).

Fiel a su discurso teórico, el artista puso especial énfasis ayer en hacer comprender el sentido de su trabajo, ofreciendo incluso por escrito una especie de guión para facilitar el trabajo a los medios. Así, a propósito del título, precisa: «Signo remite desde los primeros usos a un elemento que permite deducir la existencia de algo ausente»; recordando al respecto la definición de la RAE: «Cosa que evoca en el entendimiento la idea de otra».

Arquetipos
Además del signo, Buades gusta también de mostrar en su creación una serie de arquetipos, «por lo que tienen de valor universal y simbólico», pues «son una forma de llegar a lo universal». Por ejemplo, la casa, pero esquematizada en su más mínima expresión. Destacando que «lo importante del cuadro es su aspecto metafórico; no solamente en la imagen, sino en todo el proceso de creación; es decir, el modus». Y añade el artista, abundando en la idea: «En un momento en el que la historia va hacia una desmaterialización, me parece importante poner de manifiesto la dimensión física del cuadro y de los gestos humanos que lo realizan, en contraposición al discurso del simulacro. Se trata de poner al individuo en el centro del cuadro, tanto en su lectura como en su realización. Es decir, después de la muerte del autor de la que hablaba Roland Barthes, reivindicar la autoría y la responsabilidad del autor».

Conceptos que son recurrentes en la obra de Michel Buades, como él mismo recordó a propósito de su instalación ¿Qué mide el tiempo?, a la que evocan en Signum una serie de «objetos rituales» realizados en plomo, que él llama «clepsidras»: breves receptáculos para hielo o agua que se va evaporando y que (otra vuelta de tuerca en torno a uno de sus referentes teóricos) vienen a ser en su huida y plazo marcado «una metáfora del tiempo de la vida». Porque entonces, como ahora en versión mínima y evocadora, «de lo que se trataba es de significar el tiempo humano en contraposición al tiempo infinito». Rematando con una declaración de principios estéticos: «Así que un cuadro nos puede ayudar a definirnos tanto temporal como físicamente y a perfilar así mejor nuestro territorio emocional e intelectual».