No me apetece nada volver a criticar al Ibiza International Film Festival (IFF); y, como decía Bartleby, preferiría no hacerlo; pero creo que los medios tenemos cierta responsabilidad frente a la ciudadanía a la hora de informar de lo que pasa, y no vale mirar para otro lado ante cosas que nos saltan a la vista y provocan una opinión.

JULIO HERRANZ

Sé lo complicado que les está resultando al esforzado equipo que encabeza el director del IFF, Xavier Benlloch, llevar adelante un proyecto tan complejo y difícil cuando los apoyos institucionales y privados son tan cortitos. Este año hasta la Seat se ha descolgado del apoyo que le daba. Pero eso no debería justificar que siga siendo (y este año más que en los dos anteriores), un festival casi de espaldas a la gente de la isla.

Así, tenía razón un lector de este periódico, Víctor Beltrán Roca, en su carta al director del pasado jueves: «Comprendo la dificultad que un festival de este tipo tiene para encajar los horarios, para hacerlos compatibles con los desplazamientos de sus rutilantes estrellas invitadas, pero resulta sencillo programar varios pases de las películas a concurso y publicar los horarios con varios días de antelación, para que las personas ajenas podamos acomodar nuestras agendas. Difícilmente puede celebrarse un festival sin hacer partícipe a la sociedad residente».

Y encima, los pases son el Palau de Congressos de Santa Eulària; un sitio estupendo, pero más bien alejado del centro poblacional principal de la isla, lo que no facilita las cosas a los cinéfilos, desde luego; aunque honre al Ayuntamiento de Santa Eulària por su contribución a la causa.

Podría sacarle más punta al tema, pero no me apetece. Sólo volver a recordar aquello de Machado: «El hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas». Pues eso.