Pierre Bayart con un ejemplar de su libro sobre una aventura científica en la Formentera de hace dos siglos. Foto: G. ROMANÍ

GUILLERMO ROMANÍ Pierre Bayart lleva décadas viviendo en Formentera, donde asegura pasó parte de su juventud; pero no quiere señalar, quizás por coquetería, cuándo visitó la isla por primera vez. Involucrado en iniciativas ecologistas, científicas y culturales, tras un largo período de gestación ha presentado La méridienne de France et l'aventure de sa prolongation jusqu'aux Baléares en la colección Acteurs de la science de la editorial l'Harmattan.

La base de la obra son los trabajos de dos astrónomos franceses, Jean-Baptiste Biot y el joven François Arago, con la colaboración del matemático y astrónomo residente en Eivissa, José Rodríguez, de prolongar las mediciones del meridiano de París intentando precisar el valor del metro, medida con menos de diez años de vigencia. Los hechos se produjeron hace doscientos años aunque la expedición se inició en 1806 y finalizó abruptamente en 1808 con el estallido de la Guerra de la Independencia.

Bayart explicó a este periódico que «sabía desde hacía años que aquí tuvo lugar una expedición científica en la que participaron dos franceses, uno de los cuales sólo tenía 21 años en aquella época, François Arago, aquí Francesc Aragó, porque era catalán. Éso atrajo mi atención: me preguntaba cómo un estudiante se metió en una aventura de estas características viviendo en invierno en la Mola de Formentera a principios del siglo XIX».

Así, durante años fue leyendo libros en los que se mencionaba la expedición y trabajos científicos sobre ella. Fue en 1995, «cuando cambió el rumbo de mis actividades profesionales "subrayó el autor-, que decidí profundizar en esta investigación; ir directamente a las fuentes e intentar encontrar la correspondencia de los científicos involucrados». Bayart subrayó que en estos trabajos participó de forma muy activa José Rodríguez, «un científico de alto nivel, que además era independiente, no quería trabajar para la Marina española y se dedicó a la investigación».

Pierre Bayart reconoce que la curiosidad inicial fue cambiando por el interés: «Poco a poco fui teniendo más material, por lo que finalmente decidí que lo mejor era escribir un libro sobre esta aventura científica. Claro que como soy un tanto perezoso "dijo Bayart-, y no siendo novelista, no he podido escribir una novela histórica, que hubiera sido muy interesante. Me he quedado en un formato de tesis universitaria un poco compleja, pero al final del libro recojo aspectos cronológicos y de ambientación de la isla en esa época, que coincide con la cumbre del imperio de Napoleón y en Balears con casi el final de la época de los corsarios».

La finalidad de la expedición era instalar una estación astronómica en Formentera, ya que la posición de esta isla permitía alargar el meridiano de Francia, o de París, que parte en territorio galo en Dunkerque, pasa por la capital y se perdía de nuevo en el mar en Barcelona; pero se sabía por prolongaciones que pasaba justo por encima de la isla de Dragonera. «Utilizando Eivissa y Formentera como puente se podían hacer triangulaciones con la costa levantina, desde Barcelona hasta Denia, lo cual significaba crear estaciones y seguir la medida del meridiano ya que la medición del mismo sirve para el estudio de la forma de la tierra y ajustar la longitud del metro, el nuevo módulo de medida que se había implantado en 1799, y físicos y astrónomos estaban en esa época trabajando mucho para determinar exactamente la longitud del metro en el que se basa el sistema decimal que ahora conocemos», explicó.

El libro mezcla ciencia y retratos históricos y anécdotas de Formentera; en concreto, del Pilar de la Mola y la finca de sa Talaiassa, donde aún permanece el vértice geodésico utilizado como punto de triangulación con Campvey en Eivissa, Mongó en Alicante, el desierto de las Palmas, la Comunidad Valenciana y Mallorca: en la cumbre de Esclop de la sierra de Tramuntana.