El escritor Joan Perucho, fallecido el pasado martes en Barcelona a
los 82 años, noticia que se dio a conocer ayer, hizo de la
imaginación su principal herramienta creativa con la que construyó
un universo literario que, en determinadas etapas de su vida, fue a
contracorriente de las modas del momento.
Ese recurso a la imaginación, a la creación de un mundo mágico y
lleno de fantasmas, era como la otra cara del espejo de un Perucho
que tenía como ocupación la de juez, una profesión donde la letra
de la ley no deja muchos márgenes para especulaciones imaginativas.
Perucho fue incinerado ayer en Barcelona en una ceremonia en la que
su familia ha respetado el deseo del escritor de que sus funerales
fueran en la intimidad de los más allegados.
Sin embargo, Perucho si quiso despedirse públicamente de sus
lectores de la «La Vanguardia» con un artículo que publicó el
pasado 7 de julio en el diario barcelonés. Perucho decía en ese
artículo que «estoy cansado y enfermo» y que «ahora espero la
transmutación de mis siglos que reserva a mis espacios del mundo la
idea de mis recursos de antaño. Estoy bien. Esto me reconforta.
¿Cuando nos encontraremos otra vez en el cielo de la Historia de la
Literatura Española?». Ese «estoy bien» no se refería a buen seguro
a su estado físico porque hace 24 meses se le había detectado una
dolencia hepática que finalmente ha acabado con su vida, sino más
bien a estar bien con uno mismo, con la obra realizada.
Perucho ha dejado una extensa obra, en catalán y castellano, y
un libro, «Històries naturals» («Historias naturales») que está
incluido en el canon de Harold Bloom. Josep María Castellet,
director literario de Edicions 62, editorial que ha publicado la
mayor parte de la obra en catalán del autor, ha indicado que los
libros en catalán de Perucho han sido recogidos en unas obras
completas, pero que esa labor todavía esta por hacer por lo que
respecta a su creación en castellano. Perucho siempre dijo que se
sentía «cómodo» con las dos lenguas, y aunque, tardíamente, fue
galardonado con el Premio Nacional de Literatura que otorga la
Generalitat, en 1995, y con el Premio Nacional de las Letras, que
concede el ministerio de Cultura, en 2002. A pesar de estos
galardones, Perucho expresó su lamento por el hecho de que Jordi
Pujol no le felicitará cuando le fue concedido el premio del
ministerio de Cultura: «Ante mi asombro, el único que no he me ha
dicho nada es Jordi Pujol y me quede muy triste». Ayer Pujol ha
lamentado la muerte del escritor, un autor que, a su juicio,
«representaba una dimensión que era importante dentro de la
literatura catalana, pero no sólo de la literatura, sino de la
espiritualidad y del pensamiento catalán».
La familia del escritor ha recibido las condolencias del rey
Juan Carlos, del ministerio de Cultura y de numerosas
personalidades del mundo de la cultura y de la literatura en
particular.
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