Daniel Barenboim, nacido en Buenos Aires y con pasaporte israelí,
se convirtió en ciudadano español el 25 de octubre, el mismo día en
el que, en Oviedo, recogía el Premio Príncipe de Asturias de la
Concordia, junto a su amigo el intelectual palestino Edward Said.
Meses antes en Sevilla, estos dos hombres comprometidos con la paz
en Oriente Medio, un judío y un árabe que están convencidos, y
luchan por ello, de que sólo el diálogo y la convivencia traerán la
paz, habían celebrado la cuarta edición del West Eastern Divan.
Durante los días más calurosos del mes de agosto, músicos judíos y
de varios países árabes, además de españoles, participaron en este
taller de música para jóvenes de dos culturas y dos religiones
enfrentadas durante siglos.«La música no va a resolver el
conflicto, pero sí puede facilitar el conocimiento de unos y
otros», decía Barenboim.
El año musical comenzaba en el Festival de Canarias, en el
Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas, con el estreno de un nuevo
final para la ópera «Turandot», de Puccini, escrito por el italiano
Luciano Berio, uno de los grandes de la composición contemporánea.
Otro músico italiano, Riccardo Chailly, dirigió a la orquesta del
Royal Concertgebouw de Amsterdam en esta «premiere» mundial. Días
antes, el 4 de enero, la soprano Montserrat Caballé volvía al
escenario del Liceo de Barcelona, en el que debutó cuatro décadas
antes, para cantar el papel de Catalina de Aragón en la ópera de
Camile Saint-Saens «Enrique VIII», que supuso el regreso de la
cantante catalana a la ópera escenificada, tras diez años de
ausencia por prescripción médica. A comienzos de mayo, moría en
Barcelona, a los 90 años de edad, el compositor Xavier
Montsalvatge, en activo hasta el último momento y a quien la
enfermedad no dejó asistir unas semanas antes en Madrid, en el
Teatro Real, al reestreno de su ópera «Babel 46», que durante
décadas su autor había guardado en un cajón. En junio, y tras una
larga enfermedad, moría en Madrid el compositor vasco Carmelo
Bernaola. Dos veces Premio Nacional de Música, académico de Bellas
Artes y «doctor honoris causa» por la Universidad Complutense de
Madrid, en noviembre de 2001 Bernaola, autor prolífico -escribió
música sinfónica, para ballet, cine y teatro, además del himno del
Athleti de Bilbao- había ganado el Premio de la Fundación Guerrero,
considerado el Cervantes de la música. En este año el Teatro Real
completó la renovación de su cúpula directiva, con el nombramiento
de Jesús López Cobos como nuevo director musical. Una incorporación
recibida con entusiasmo por el público madrileño y que será
efectiva en septiembre de 2003. Se ponía así fin a una crisis que
comenzó en otoño de 200l con la dimisión del anterior gerente del
Teatro, Juan Cambreleng, a quien en diciembre de ese año había
sustituido Inés Argüelles, y la incorporación de Emilio Sagi a la
dirección artística. Encargada por el Patronato de la Fundación
Teatro Lírico para «poner orden» en una gestión anterior muy
contestada, Inés Argüelles, una diplomática de carrera con
experiencia en el patrocinio cultural y fama de gestora dura y
seria, ha puesto en marcha un plan de ajuste para corregir un
déficit presupuestario con tendencia a crecer. En el 2002, un año
en el que la afición por la ópera siguió creciendo en toda España,
el Real y el Liceo reiteraron sus deseos de colaboración, y
afrontaron, aunque por separado, un reto artístico que es prueba de
fuego para cualquier teatro lírico importante: poner en escena -en
sucesivas temporadas- la Tetralogía de Wagner, «El anillo del
Nibelungo». El polémico y heterodoxo Calixto Bieito presentó en el
Liceo su polémico, por canalla, montaje de «Don Giovanni» de
Mozart, en un escenario en el que la soprano alicantina Ana María
Sánchez superó con éxito el reto de cantar por vez primera «Norma»,
de Bellini, un personaje con el que sólo se atreven las grandes
voces. Meses antes, y en su afán por abrirse a otros públicos y
otras músicas, el Liceo había acogido, por vez primera, un
concierto de la tonadillera Isabel Pantoja. El 2002 ha sido un año
especialmente conflictivo en la Orquesta Nacional de España, en la
que desde hace un mes los músicos que tienen la condición de
funcionarios -84 de una plantilla que supera los 120- mantienen una
huelga. Una huelga que Cultura ha calificado de «abusiva» y que
durará hasta que concluya la temporada de conciertos, en junio, si
no prospera el diálogo y la negociación. Otro conflicto laboral se
ha vivido en la Orquesta Sinfónica de Sevilla. La Escuela Superior
de Música Reina Sofía, en la que reciben enseñanzas musicales de
alta calidad jóvenes de todo el mundo, ha celebrado este año el
décimo aniversario de su creación. Un año en el que el compositor
Tomás Marco y el director de orquesta Arturo Tamayo recibieron el
Premio Nacional de Música, y el tenor Plácido Domingo fue nombrado
Caballero de Honor por el Gobierno británico.
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