La historia de las obras en el Castillo de Eivissa ha tardado años
en concretarse. Última Hora Ibiza y Formentera
desentraña en dos reportajes, el segudno publicado hoy y el primero
en el diario de ayer, la historia política de esta rehabilitación y
el informe arqueológico del recinto elaborado por los técnicos del
Consell Insular. La que a continuación leerán es tan sólo una parte
de la segunda entrega publicada en prensa, que no adjuntamos
completamente por cuestiones de espacio.
Desde el informe, el arqueólogo también aventura la hipótesis de
que el castillo primitivo fuera «una fortaleza habitada en época
bizantina mantenida en uso desde el comienzo de la época
musulmana», sin cerrar las puertas a que su construcción
correspondiera al tiempo paleomusulmán. La división entre Castillo
y Almudaina, tal y como la conocemos hoy en día, empieza a
documentarse sobre planos a partir del siglo XVI, contemplándose la
posibilidad de que el recinto «se dividiera en la época cristiana».
De hecho, es en aquel siglo cuando desaparece la línea divisoria.
Desde entonces, el recinto recibe tan sólo el nombre de «Castillo».
Ramon señala que el conocimiento tanto de la época musulmana como
de la medieval cristiana del recinto es aún insuficiente, ya que
muchas de las construcciones existentes «fueron demolidas en las
grandes reestructuraciones de los siglos XVI -más generalizadas- y
XVIII -centradas en el cuartel de Poulet-».
Las líneas de actuación recomendadas por Ramon incluyen el
estudio de las fuentes documentales inéditas; la clasificación de
los bienes que deben ser conservados (llegando a un punto de
consenso entre técnicos, políticos y masa social) y su
rehabilitación, y analizar los puntos de conexión entre el Castillo
y el resto de la isla (poniendo especial interés en las zonas más
inmediatas al recinto, como el solar del Antic Hospital y las
inmediaciones del palacio episcopal). «La investigación histórico
arqueológica del Castillo -advierte Ramon en las líneas de
actuación futura del informe- no está agotada. Muy al contrario, se
abren en este sentido numerosas perspectivas y áreas de trabajo».
«No parece normal -continúa- que recintos como el Castillo, donde
los valores patrimoniales e históricos son su principal argumento,
sean objeto de una filosofía que, en el mejor de los casos, tiene a
relegarlos a un segundo plano». En sus conclusiones, el arqueólogo
desaconseja «totalmente la realización de más proyectos
arquitectónicos mientras los procesos de investigación y valoración
no hayan sido asumidos de manera plena y satisfactoria».
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