El poeta y escritor ibicenco Antoni Marí participó ayer en el ciclo
sobre escritores de ámbito universal que, coordinado por el poeta
ibicenco Vicente Valero, se está desarrollando en la Sala de
Cultura de «Sa Nostra» desde el pasado otoño. El protagonista de la
sesión fue Marcel Proust, el prestigioso autor de, sobre todo, «A
la recherche du temps perdu» (A la búsqueda del tiempo perdido),
una voluminosa obra de seis tomos de 600 páginas cada uno.
La dimensión del vasto universo proustiano fue el motivo por el
que Marí centrara su conferencia en un aspecto fundamental en la
obra, el de la memoria involuntaria. «El narrador de 'La
recherche...' cuenta que a lo largo de toda su vida ha ido
encontrando momentos de una intensa felicidad, que le remiten a
tiempos pasados; momentos que, a medida que se va haciendo mayor,
son cada vez más raros, débiles y separados entre sí. El primero es
el de la magdalena, el segundo, cuando se abotona un zapato, y el
tercero al pasearse por Venecia», explicó. «Él quiere saber qué hay
detrás de estos momentos, de tal modo que en un momento
determinado, cuando ya cree que está extinguida en él esta delicia
fugitiva y momentánea, le suceden seis veces seguidas, justamente
en el momento en que va a entrar como invitado al palacio de los
Guermantes. Se detiene a preguntarse qué es aquello, lo escudriña y
se da cuenta de que ese instante es la oportunidad de
reconocimiento mutuo de una persona con su propia esencia».
Para el autor de «El vas de plata», la memoria involuntaria que
le acontece a Marcel Proust y su afán por rescatarla y fijarla en
el tiempo, es el nudo central de toda la voluminosa obra de Marcel
Proust. «La pregunta es cómo detener ese instante, cómo mantenerlo
incólume, si tantas veces ha pasado por él y tantas veces lo ha
perdido; cómo retenerle intacto a su lado», inquirió Marí. Y la
respuesta no podía ser otra: «Dándole la forma del arte. Únicamente
el arte mantiene perenne estos instantes de felicidad fugitiva, que
vienen del origen de los tiempos. No tiene que ver con su pasado
temporal, ni con el pasado histórico de cada uno, sino con la
memoria trascendental anterior a todo tiempo y todo espacio. Es
arte es lo único capaz de dar forma a ese sentimiento».
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