La medida entrará en vigor el jueves que viene.  | Jaume Morey

La uso obligado de la mascarilla en exteriores ha sido una medida más política que necesaria. Al menos así lo creen los expertos de Balears. La decisión, que se tomó a las puertas de la Navidad para frenar el impacto de la por entonces creciente sexta ola, se revocará la semana que viene sin lograr sus pretensiones. «Quitarla es una buena medida porque, aunque la pandemia es significativa, está de bajada y el impacto sanitario no será grave», declara Jordi Reina, jefe de Virología del Hospital Son Espases. «Una barrera como ésta no tiene tanto valor porque en los exteriores apenas hay contacto directo. Era una decisión más política que epidemiológica para hacer ver que les preocupaban los contagios», añade.

«La decisión fue más estética que eficaz», se suma el experto en Salud Pública, Joan Carles March. «Siempre me ha parecido inútil porque el virus circulando en exteriores es veinte veces menos peligroso que en un interior, donde las mascarillas todavía son necesarias», incide. Por su parte, el portavoz autonómico del comité de enfermedades infecciosas, Javier Arranz, cree que «está bien quitar limitaciones en base a la evidencia, y la mascarilla en exteriores es la más innecesaria».

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Los tres coinciden, sin embargo, en incidir que lo que se retira es la obligatoriedad, por lo que quien se sienta más seguro, se encuentre en una aglomeración, o sea una persona vulnerable es mejor que la lleve puesta. También «cuando se tiene síntomas o puedan haber estado en contacto con la infección, porque hay que protegerse a sí mismo y a los demás», señala el doctor Arranz. Pero en un momento de la pandemia en que, en apenas un mes, se ha delegado tanta responsabilidad a la población, «nos dan el autotest, que valoremos su resultado, que decidamos si nos quedamos en casa, que a los 7 días volvamos a trabajar...», explica March, «no tiene sentido mantener la obligación de la mascarilla, llevarla o no debe ser decisión de cada uno».

Cosa distinta son los interiores. Si bien en la restauración apenas se usa porque va supeditada al consumo, en centros comerciales, tiendas, cines y teatros, en los centros sanitarios o en oficinas «yo esperaría un poco más», admite el doctor Reina. «Ya no hay aforos en interiores o son poco significativos y la gente está demasiado junta», añade. De hecho, el doctor Joan Carles March remarca que la mascarilla ha sido «fundamental» en la pandemia, «ojalá la hubiéramos tenido al inicio». Dicho esto, también recuerda que su uso continuado en el tiempo ha generado    problemas de expresión, emocionales, o de comunicación, en niños, mayores y vulnerables y «hay que intentar rebajar estas cuestiones». La posibilidad de que sin la mascarilla en exteriores ocurra un efecto rebote es casi remota, señalan. «Lo esperable es que este virus sea como la gripe y se vean brotes de vez en cuando», explica el doctor Reina.

Evolución

El experto virólogo señala que todos los indicadores de la pandemia van a la baja «no estamos en una meseta pero es lento», dice. «Costará llegar a cifras aceptables de 100 o 150 de incidencia acumulada». Sin embargo, cree que «si no entra una nueva variante», una opción que considera muy improbable, «en primavera ya habrá valores epidémicos, ya de postpandémica». La explosión de casos de esta sexta ola ha ayudado, explica, a que la gente se infecte de la que parece que será la variante predominante, y «cuanta más personas lo pasen, más inmunidad de grupo».    Ésta ha sido una de las motivaciones de los daneses, aclara el doctor Javier Arranz, quien hace un inciso: «la inmunidad de grupo no se conoce en esta enfermedad porque hay pequeñas mutaciones».