Hola niñas y niños hoy os voy a preguntar algunas cosas antes de empezar. Vosotr@s qué pensáis: ¿Tenemos que ser iguales? ¿Nos tienen que gustar las mismas cosas? ¿Nos reímos por los mismos chistes? ¿Nos vestimos con la misma ropa? ¿Nos gustan los mismos colores? ¿Nos encanta comer macarrones con tomate a todo@s? ¿La pizza con piña? ¡Ufffff! ¡Qué cantidad de preguntas!
Ahora os voy a ayudar a encontrar las respuestas en este librito del que hoy os voy a hablar.
Cosme siempre se portaba como debía portarse un conejo. Siempre hacía lo que estaba bien para ser un conejito de libro: movía la nariz, erguía las orejas, comía hierba y zanahorias, excavaba hoyos en campos y jardines ¿Sabéis por qué? Pues, ¡Porque eso es lo que hacen habitualmente los conejos normales y corrientes! Intentaba parecer lo más tierno y adorable posible.
Repetía todo lo que los otros conejos hacían: botaba cuando los demás conejos botaban, saltaba cuando los demás saltaban, dormía cuando todos dormían, soñaba pero ¿Qué soñaba?
Sus suyos no se parecían en nada a lo que los conejos suelen soñar. Eran menos.....conejiles. Eran más.... raritos.
Cosme, el conejo, hacia lo que tod@s hemos hecho alguna vez en la vida ¡Fingir! Intentaba parecer que todo era normal, que no tenía importancia.
- Cosme- le preguntaron-¿Tú con qué sueñas?
-Con lo mismo que vosotros-les mentía.
- ¿Sueñas con zanahorias?- le insistían.
-Si, si -les volvía a mentir-, con zanahorias amarillas y naranjas.
Eran unas mentiras horribles, horrorosas, monstruosas, horripilantes, ESPANTOSAS.
En fin, que hacía día tras día las mismas aburridas, soporíferas, sosas, pesadas, cansadas cosas para.... ¡Ser como los demás! ¿¡Os lo podéis creer!? Movía la nariz, excavaba hoyos,
parecía lo más tierno y adorable posible. En el puesto de Bocatas del Conejo Cocinillas comía más lechuga de la que un conejo normal debería comer.
Comía el plato típico del día: ¡BOCATA DE CAQUITAAAAA! Según los cocineros era todo un manjar de dioses. ¿Vosotros pensáis qué estaba bueno? Ahhhh ¡Como olería el bocataaaaa!
Aunque también comían otras cosas. ¡Algunas que nadie debería comer! Así que, ese día del plato súper típico y tópico, súper sabroso y súper oloroso, Cosme dijo - ¡BASTA! ¡NO PUEDO SEGUIR ASÍ!
¿Queréis saber qué hizo Cosme? ¿Será capaz de demostrar a los demás lo que realmente le gusta? ¿Se atreverá a ser él mismo? ¿Les dirá realmente con lo sueña? ¿Cuál será su plato favorito?
Todas y todos somos diferentes, únicos, especiales. Ser rarito no es malo, todo lo contrario. Nos abre un abanico de posibilidades, un arcoiris para elegir ¡La diversidad mola!