Por su culpa rechazamos al que es diferente.
En casa de Chloe la pequeña Intolerancia no se amilana.
_¡Nada de compartir, que muchos padres son unos frescos y se aprovechan de los que lleváis merienda! Si no pueden pagarles un bocata a sus hijos NO ES NUESTRO PROBLEMA.
En casa de Luca se coló un día sigilosa..., ¡pero igualmente dañina! - Hay que ver lo gordo que se ha puesto Milo...- ¡Si yo fuera su madre lo pondría a dieta ahora mismo, ANTES DE QUE REVIENTE!
En casa de Zinnia estalló una noche sin avisar: _¿Quien lo iba a imaginar...! Me he enterado de que Maisa tiene dos padres y ninguna madre... ¡Por favor, ESO NO ES NORMAL!
En casa de Valeria apareció como por encanto en forma de queja: - ¡No hay derecho! ¡En su clase este año hay ocho inmigrantes! ¿Tú lo ves bien?¡Será que no hay colegios suficientes en la ciudad como para que tengamos que acoger a tantos!!!
La pequeña intolerancia creció en casa de Enzo y Arturo: -¡Vaya con Natacha! ¿Y decis que siempre os interrumpe en el patio porque ELLA también quiere jugar al fútbol? ¡Menuda bobada!! ¿Es que en el cole no tienen JUEGOS DE NIÑAS para que se entretengan?
En casa de Héctor, y en la de otros niños y niñas de su clase, también se notó, ¡ y de qué manera! - ¿Una invitación de cumpleaños de Dana?
¡Dirás de Dani! Mejor que Héctor no vaya, ¡no sea que ya mismo nos venga también con que QUIERE SER UNA CHICA!
La pequeña intolerancia crece y crece sin remedio, pero para evitarlo podemos intentar justo lo contrario: hacer que se haga tan tan diminuta que nunca llegue a notarse, ¿y sabéis cómo? Es muy fácil, yo os lo explico: dando paso a otro personajillo mucho más simpático y agradecido: EL GRAN RESPETO.
Este cuento es una invitación hacia el respeto y la tolerancia. ¡POR UN MUNDO CADA DÍA MÁS AMABLE Y DIVERSO, MEJOR PARA TODOS Y TODAS!