Carles Gonyalons posa ante la fachada del Velòdrom Illes Balears, sede de la Direccio General d’Esports del Govern. | Teresa Ayuga

Ha sido el único director general d'Esports que ha repetido en el cargo por espacio de dos legislaturas, viviendo éxitos y momentos complicados, además de gestionar un tejido complejo en los tiempos de incertidumbre de la pandemia y superar momentos complicados a nivel político e interno en su Conselleria que le llevaron a meditar su salida, señalando la etapa de Fanny Tur como la más difícil de gestionar. Ahora, Carles Gonyalons Sureda (Marratxí, 1977) apura sus últimas semanas en el cargo, habiendo saldado su segundo mandato cumpliendo objetivos como la puesta en marcha de la nueva Llei de l'Activitat Física i l'Esport o la construcción del aulario del CTEIB. Su futuro se centrará en su regreso a la docencia y una familia que crece.

—¿Se imaginaba que iba a ser tan intensa esta etapa cuando accedió al cargo en 2015?
—Cuando entré, no era consciente de lo que era la Direcció General d'Esports. Sabía cosas, por encima, pero desconocía su magnitud real. Recuerdo que el primer día entré a primera hora y me fui de noche, con dolor de cabeza, dándole vueltas a lo grande que era el barco. Eso, y que la responsabilidad te podía abrumar. Con el tiempo, lo asimilé.

—¿Hay algún proyecto o idea que se le haya quedado en el tintero?
—Los más importantes, los hemos conseguido. Es verdad que puede haber cosas pendientes, a nivel de infraestructuras. En el CTEIB se ha invertido, especialmente con el aulario, que era una necesidad primaria. Pero hay cuestiones como la cubierta de la piscina que no han sido posibles. Se han dado los primeros pasos, pero quedará a criterio de quien venga. En el Velòdrom Illes Balears se ha apostado por la eficiencia energética, y se podrá hacer más con los Fondos Europeos. Y, en un mundo ideal y sin COVID, la Llei de l'Activitat Física i l'Esport habría estado lista en el segundo año, y en los dos últimos de legislatura la habríamos podido desarrollar a nivel de Decretos. Lo más importante, que es la ley, ya está. Pero hay que instrumentarla y articularla, como hicimos con la de 2006 en la anterior legislatura. Lo más importante será activar el tema electoral, que debe estar cerrado antes de que acabe el año.

—¿En algún momento se le ha pasado por la cabeza dejar el cargo?
—La exigencia existe y es alta. A nivel de gestión, que es intensa, más alta de lo que la gente se puede imaginar. Y la de representación supone un desgaste en lo personal y lo familiar. En parte, mi decisión de no optar a seguir viene por aquí. Yo me pregunté si podría estar otros cuatro años más a este nivel y no lo veía. Si hay que estar aquí, debe ser al 100%. Yo no puedo. En la anterior legislatura, sí que me planteé dejar el cargo, por una serie de situaciones que se produjeron y son públicas y notorias.

—¿Cuál ha sido el momento o el hecho más gratificante?
—Si tuviera que elegir, me quedaría con tres frentes: la Llei de l'Activitat Física i l'Esport, que fue la culminación de un largo camino, y de un trabajo de equipo como el que hemos conformado en la casa, que ha sido clave; el aulario ha sido otro objetivo alcanzado y, por otro lado, ha sido el trabajo en la parte de valores, el tema de la lucha contra la violencia o el acoso.

—¿Y el instante más complicado?
—El más duro fue cuando se marchó Ruth Mateu, de forma injusta. El segundo, al irse Joan Noguera, también de manera injusta, en mi opinión. Después, un capítulo al margen es el relacionado con el COVID. Pero si hubo un momento triste, ese fue despedir a gente del deporte que nos dejó, especialmente lo que fue la pérdida de Luis Salom.

—La pandemia ha sido todo un desafío a nivel de gestión…
—Resultó complicado para el tejido deportivo, especialmente al principio, cuando todo dependía de Madrid y del BOE. No era fácil, la comunicación con aquel CSD no era tan fluida, nada que ver con el actual. Además, estaba Sanidad por medio y la gente nos preguntaba, cuando no teníamos facultad para actuar. En esos momentos, además, hubo que estar conectado con nuestro sector, informando en todo momento. A eso había que unir que había diferentes interpretaciones; si eran deportes al aire libre o no, de contacto, individuales, colectivos… Se mejoró mucho cuando empezó a depender del BOIB, cuando todo fue más ágil. Con las federaciones, hacíamos reuniones semanales, al igual que con todos los segmentos. Gestionar el deporte durante la pandemia fue una prueba de fuerza.

—¿Hasta qué punto el pago del Velòdrom es un lastre para el buen funcionamiento de la Conselleria?
—La realidad es que quedan años para saldar esta deuda. Cada ejercicio, más de tres millones de euros del presupuesto de Esports se van al pago de deudas del Velòdrom. Es una realidad que tenemos. Estos ocho años, por cuestiones administrativas y jurídicas, ha habido años que se ha pagado más incluso. Más allá de eso, las cuentas y los presupuestos los hemos luchado y se ha conseguido, después de una etapa muy complicada a nivel económico y deportivo, como fue la de 2011 a 2015, una recuperación importante y una consolidación del potencial económico. La principal partida se ha más que triplicado y algunas líneas de subvenciones se han multiplicado por cuatro.

—¿Ha sido una prioridad blindar las partidas de subvenciones?
—Por un lado, sí. Es el caso de los desplazamientos interislas, que lo están hasta 2024. Y en otros casos, se han abierto nuevas líneas que antes no existían, como deporte e inclusión, deporte femenino… Las que había se han incrementado y muchas se han creado nuevas. Podemos decir con orgullo que una mujer deportista o un equipo femenino recibe más que uno masculino. Hay un factor de discriminación positiva y cubrimos un vacío existente hasta ahora. Además, más allá de voluntad política, queda plasmado por la nueva ley.

—La Llei de l'Activitat Física i l'Esport era un reto de legislatura. ¿Qué puntos destacaría de este nuevo texto?
—Uno de ellos es el que comentábamos antes del apoyo al deporte femenino. Por ley, se debe realizar una acción positiva hacia el deporte femenino. Se potencia su presencia en el tejido deportivo con medidas como la cuota del 40% en las juntas directivas de las entidades. Otra apuesta, por transparencia y buen gobierno, pasan por la propia administración, fijando que la Direcció General deberá presentar sus proyectos durante sus primeros seis meses de mandato. Se tratan cuestiones concretas como incompatibilidades, limitación de mandatos con un máximo de doce años… Igual que códigos éticos, sin dejar de lado que todavía se debe desarrollar normativamente esta ley. No podemos olvidar el voto universal y directo en las elecciones federativas.

—¿Ha costado reestructurar y vertebrar un punto tan importante como la tecnificación?
—Aquí hay un tema de instalaciones, por un lado; pero quedaba cojo si no había mejoras en la parte académica, apostando por una formación dual: académica y deportiva. En otro orden, ha sido importante la mejora de la calidad de los programas de tecnificación, a nivel laboral, dando estabilidad y en lo económico. Cuando llegamos, había unos salarios que se pagaban a través de unas subvenciones que sufrían retrasos. Ahora, esta situación está estabilizada. Todo ello entendemos que repercuten en el funcionamiento de los programas de tecnificación. Podemos sacar pecho de estos 25 años, y la muestra es el reconocimiento del CSD con los fondos europeos, siendo los números uno en criterios de tecnificación. Eso es el resultado del trabajo en diferentes épocas.

—¿Qué imagen se lleva en lo personal del deporte balear tras vivirlo tan de cerca a lo largo de dos mandatos?
—Puede ser una obviedad, pero Balears es un lugar digno de estudio. Veremos pocos lugares a nivel mundial que, por habitantes, tengan estos éxitos deportivos. Si se analiza el número de medallas olímpicas respecto a territorios similiares, estamos arriba. Es el resultado de muchos años de trabajo, por parte de tecnificación, deportistas y técnicos. Tenemos grandísimos entrenadores. El éxito del deporte balear es multifactorial, pero me gustaría destacar la labor de los preparadores. Personalmente, me llevo la imagen de buen trabajo, seriedad y responsabilidad. En muchos casos, trabajando de forma altruista. Hay diferentes situaciones, pero en general, he visto seriedad y responsabilidad.

—¿Ha habido algún personaje de este mundo que le haya llamado la atención?
—Varios, sin duda. A nivel político y de Conselleria, destacaría a Ruth Mateu y Fina Santiago. Ha sido un privilegio trabajar con ellas. A escala interna, sin dar nombres concretos, las personas de referencia que me llevo son las que forman mi equipo de confianza. De forma más externa, me quedo con personas como Alba Torrens, una persona que deja huella deportiva y humanamente. O Marcus Cooper Walz, que me hizo vivir una de las mayores experiencias en mi primer año, cuando vivimos en Portopetro aquella medalla de oro olímpica. Más allá, el trato que tuve con él, junto con otros deportistas de alto nivel, como Youba Sissokho, ha sido un privilegio. Al final, en mi cargo, te puedes relacionar con gente a la que admiras, como puede ser Rafael Nadal, o yo que vengo del baloncesto, conocer a José Montero o Garbajosa fue un placer, pues eran mis ídolos.

—Le ha tocado trabajar con cuatro conselleras. ¿Ha sido fácil gestionar esta situación, especialmente en su primera legislatura?
—Hay que diferenciar esta segunda legislatura respecto a la primera. En esta, hemos tenido a una única consellera como es Fina (Santiago), con la que hemos tenido una muy buena sintonía, con estabilidad. La primera, es evidente que fue una de las consellerias más movidas fue la nuestra, con tres titulares al frente. Hubo momentos complejos, no lo puedo negar. Fueron especialmente los dos últimos años de mi primera legislatura, resultaron complicados de gestionar. E incluso me sorprendo de lo que fuimos capaces de sacar adelante pese a las dificultades de aquella época.

—¿Se plantea regresar a la primera línea en un futuro?
—Mi vinculación con Més era previa a llegar a la Direcció General d'Esports y seguirá después de esta etapa. Mucha gente me pregunta por qué no iba hacia otro lado de la política. Pero, lo que pienso actualmente es que la máxima ilusión que podía tener en la política, como licenciado en Educación Física, era estar aquí. ¿De cara al futuro? Como se dice habitualmente, ‘nunca digas de este agua no beberé', porque no sé qué nos deparará el futuro. Dejaré este cargo y me reincorporaré a la educación el curso que viene, tengo plaza en Sóller y me ilusiona esta nueva etapa, profesional y familiar.