Cuando Alfredo Di Stéfano debutó en 1945 no imaginó que jamás iba a disputar un Mundial de fútbol, el campeonato que engrandece la figura de los mitos de un deporte que se quedó huérfano de uno sus máximos representantes. La "Saeta Rubia", genio y figura, nunca dio una patada a un balón en el torneo más importante del mundo. Sin embargo, este miércoles jugó en uno a su manera.
Su fallecimiento hace este lunes consternó a un deporte que se quedó sin uno de los grandes. Junto a Pelé, Johan Cruyff y Diego Maradona, formaba parte del club selecto de jugadores más brillantes de la historia. Por eso, tal vez por eso,
Di Stéfano recogió el testigo de quien fuera su presidente, Santiago Bernabéu, que falleció mientras se disputaba el Mundial de Argentina en 1978. En un acto sin precedentes, la FIFA entendió que el máximo mandatario blanco tenía que ser homenajeado. Decretó tres días de luto y permitió un minuto de silencio a lo largo de esas jornadas.
Durante sesenta segundos y en los partidos Hungría-Argentina, Francia-Italia, Túnez-México, España-Austria, Suecia Brasil, Perú-Escocia e Irán-Holanda, los estadio argentinos guardaron respetó a la persona que fue encumbrada precisamente por la aparición de otro argentino.
El ciclo se cerró en los instantes previos al inicio de la segunda semifinal que disputan Argentina y Holanda. Los futbolistas de la selección albiceleste saltaron al campo con brazaletes negros. Después, escucharon el himno de su país y el de la "oranje". Finalmente, los 22 jugadores y el cuerpo arbitral rodearon el círculo del centro del campo para recordar a Di Stéfano.
Su imagen, proyectada en los vídeo marcadores del Arena de Sao Paulo, desató el aplauso de los aficionados argentinos, que durante un minuto no dejaron de homenajear a un jugador que en varias ocasiones estuvo a punto de jugar un Mundial.
Los dos primeros en los que pudo participar, el de Brasil 1950 y el de Suiza 1954, se los perdió por el enfado de la Federación Argentina de Fútbol, que se negó a acudir a ambas citas porque su país no fue elegido para organizar el torneo. Ya nacionalizado español, no consiguió clasificarse para el de Suecia por culpa de un empate ante Suiza en la fase previa que selló el destino de un equipo muy competente.
Su última oportunidad, con 36 años, la tuvo en Chile 1962. España tenía un equipazo, con Paco Gento, Luis Suárez, Luis Del Sol, Ferenc Puskas, Adelardo y un grupo que dirigía Di Stéfano. Sin embargo, una lesión en la espalda en el último momento le impidió disputar el torneo. Aunque viajó con sus compañeros al país sudamericano, no pudo cumplir una de sus ilusiones.
Décadas después de su última intentona, Di Stéfano se asomó por un Mundial. Lo hizo desde el recuerdo, sin poderse calzar unas botas y sin olfatear el verde de un campo de fútbol. Su foto, presidiendo el Arena Sao Paulo, dio a don Alfredo la oportunidad de "jugar" un partido del Mundial. Seguramente lo disfrutó allá donde esté.
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