Ferrer, combativo hasta el extremo, aunque impreciso en algunas bolas decisivas, dejó escapar la oportunidad de alcanzar por vez primera las semifinales de Wimbledon, una ronda que ya ha disputado en el resto de grandes torneos.
Por su parte, Murray, héroe local en el All England Club y eterna promesa del tenis británico, que no retiene un título de Wimbledon en el Reino Unido desde que lo ganó el inglés Fred Perry en 1936, jugará su cuarta semifinal consecutiva sobre la hierba de Londres ante el francés Jo-Wilfried Tsnoga, quinto cabeza de serie.
Con la parte baja del cuadro más despejada tras eliminación contra pronóstico del español Rafael Nadal, hasta ahora numero dos, ante un desconocido en el circuito, el checo Lukas Rosol, el escocés luchará por alcanzar su primera final en casa, en la que le esperaría el serbio Novak Djokovic, número uno, o bien el suizo Roger Federer, número tres, protagonistas de la otra semifinal.
Con la central descubierta, en un día desapacible y ventoso al suroeste de Londres en el que el duelo tuvo que interrumpirse en su recta final durante 25 minutos por la lluvia, Ferrer superó con nota los primeros intercambios (40-0 en el primer juego), en los que se mostró más concentrado que en anteriores rondas.
Frente a él, Murray, alentado por las gradas tras cada punto, padeció para imponerse al saque al comienzo de un partido en el que Ferrer volvía a exhibirse tan agresivo como en sus dos últimos duelos, frente al argentino Juan Martín Del Potro y el estadounidense Andy Roddick.
Era la primera vez que se encontraban sobre una pista de hierba Ferrer y Murray, empatados a cinco victorias en sus diez enfrentamientos previos, y el español logró decantar a su favor los primeros desequilibrios del duelo.
Al resto, una de las armas más convincentes de Ferrer en superficies rápidas, se impuso el alicantino al jugador local en el cuarto juego (3-1), ante la mirada desde el palco de autoridades del príncipe Guillermo y su esposa, Catalina Middleton.
Murray nadaba a contracorriente, a pesar de algunos golpes de genio con los que deleitaba a los cerca de 15.000 espectadores de la central el tenista de Glasgow, maestro en el arte de alcanzar bolas imposibles.
El escocés no se lo ponía fácil al español, y salía a flote por momentos ante un Ferrer que perdió los nervios al desaprovechar una bola de set con 3-5 en la primera manga, pero que se rehizo en un apurado desempate que puso fin a un parcial de más de una hora.
El segundo set fue de nuevo un combate denso, de una hora y nueve minutos, que no concluyó hasta que Murray salvó una bola de set y se impuso después en un desempate que parecía listo para lanzar a Ferrer hacia la victoria (5-2 por delante llegó a estar el de Jávea en un «tie break» que se le acabó escapando).
Tras dos horas y veinte de juego, con empate a un set, el partido no había hecho más que empezar.
A la mente de los espectadores acudían otros duelos reñidos entre ambos tenistas, como la semifinal de Australia en 2011, cuando Murray se impuso tras dejar escapar el primer set, pero también los recientes cuartos de final de Roland Garros, en los que fue el español quien siguió adelante a pesar de haber fallado en el desempate de la segunda manga.Ferrer, sin fortuna en los puntos decisivos, dejó pasar dos bolas de ruptura al inicio del tercer set, un descuido que Murray no se permitió a sí mismo algunos minutos después, cuando se impuso al resto para situarse 5-4 en un parcial que ya no se le iba a escapar.
Ante la adversidad, Ferrer se desmoronó temporalmente, aunque salió con energías renovadas al cuarto set y forzó de nuevo dos bolas de ruptura que le habrían dado aire y que de nuevo supo salvar el escocés.
Murray devolvió el golpe con el doble de fuerza y, en un giro que se antojaba definitivo, le arrebató el servicio a un español que se agarró hasta la última bola al partido final de su mejor participación en Wimbledon.
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