Hay momentos que enganchan, que te hacen vibrar y que crean afición. Es un resumen parco, en pocas palabras, de lo que fue el partido de ayer entre la UD Ibiza y el Albacete, un encuentro que puede significar el despegue definitivo de un equipo que, poco a poco, se está ganando a la isla. Ibiza tiene hambre de fútbol.
Cualquiera que pasase por la zona de Can Misses sobre las 15.30 horas ya se podía dar cuenta de que algo grande pasaba. A las 16.00 ya era imposible aparcar en las inmediaciones del estadio. Ni el parquin de los cines tenía sitio.
Las largas colas para entrar en el campo recordaron a partidos de otra época. Can Misses se desbordó. Se colgó el ‘no hay billetes' y gente se quedó fuera del estadio. Tal fue la afluencia de público que la gente seguía entrando pasado el minuto 20 de juego. Tampoco se lo quisieron perder los políticos insulares. El palco se quedó pequeño para tanto representante institucional. Al final, 4.345 almas, según cifras del club, se dieron cita en el estadio.
Y se hicieron notar. Vaya que lo hicieron. Desde el minuto inicial hasta una ensordecedora tanda de penaltis. Los cánticos empezaron con un «sí, sí, sí, Ibiza ya está aquí» y acabaron con uno más atrevido: «Aparta Madrid, Ibiza ya está aquí». Por el medio, el popular «Força Eivissa, alé, alé».
Entre tanto, también hubo tiempo para el enfado, casi siempre contra el señor Iñaki Vicandi Garrido. En especial, no gustaron los dos minutos de añadido de la primera parte.
El público también quiso agradecer al máximo responsable la oportunidad de soñar que les ha brindado. «¡Amadeo! ¡Amadeo!», se escuchó en varias ocasiones.
Y con todo, el equipo empezó perdiendo. Empató y ganó a los penaltis. Fue una historia bonita, una auténtica fiesta. Alfaro quería vivir una. Pues ya tiene otra en camino.
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Gracias Amadeo por traer la ilusión de nuevo a Ibiza.