—Ibiza parece que se ha convertido en su segunda casa.
—Me gusta venir a Ibiza no sólo a hacer turismo de playa y sol, sino también a realizar deporte. Creo que la isla reúne todos los ingredientes para que venga alguien a quien le guste la actividad deportiva y pasarlo bien. Qué mejor manera que venir aquí a presentar como embajador la Media Maratón de Ibiza. Espero que sea un éxito. El próximo año estaré aquí al pie del cañón para intentar hacer alguna gesta dentro de lo que es mi edad.
—¿Cómo lleva lo de ser embajador de la prueba?
—Quiero agradecer la deferencia que ha tenido los organizadores al contar conmigo, una persona que ha pertenecido al mundo de la elite y ahora pertenece al de los mortales, al de la gente que corre por hacer hábitos de vida saludables. Se han fijado un poco en mi imagen porque a lo que me dedico ahora es a hacer carreras por todo el mundo en un plan mucho más modesto, intentando adaptar mis retos a la edad que tengo.
—¿Qué le parece la prueba en sí?
—Es una prueba que va a ir creciendo. Sé que en 2016 tuvo 1.500 participantes y este año habrá menos participación, pero hay un handicap de por medio como unas elecciones políticas. Muchos atletas que iban a venir han decidido a última hora no hacerlo, al igual que ha pasado en el maratón de Madrid, donde más de 4.000 personas se han dado de baja porque hay unas elecciones. Espero que el próximo año retomen la confianza en esta carrera y se pueda alcanzar el récord de participación.
—Usted ha corrido muchas pruebas. ¿Qué diferencia encuentra entre esta Media Maratón de Ibiza y las del resto de lugares?
—La diferencia está muy clara: la climatología. En Ibiza suele ser buena. Esta Semana Santa no ha tenido el tiempo que todo el mundo habría querido, pero reúne esos ingredientes de montaña, gastronomía y turismo que tanto gustan. Es una isla que relaja mucho.
—¿Qué meta se ha fijado en esta edición?
—Mi objetivo es hacer de embajador, estar junto a la gente y propiciar ese cóctel de atletas de elite y atletas populares. Lo que diferencia este tipo de carreras es que un atleta popular se puede codear con uno que ha sido campeón del mundo, meterle el codo y esprintarle.
—¿Cómo lleva eso de que los jóvenes se vean ante la oportunidad de batir a todo un Martín Fiz y luchen por ello?
—En un principio, la gente mayor que me conoce le dice a sus hijos quién es la figura de Martín Fiz. Los más jóvenes tienen que mirar las hemerotecas para saber quién soy. Lo bueno que tengo es que mi imagen ha seguido unida al mundo del running. Este deporte se ha socializado. Antes, era un mundo con menos gente. Ahora que se ha incorporado mucho más la mujer, que está ocupando el lugar que le corresponde dentro de la sociedad y el deporte, hay mucha gente que participa.
—Después de todo lo que ha conseguido ya y a sus 56 años, ¿cómo se apaña para seguir motivado?
—Siempre definí mi historia en una sola palabra: pasión. En 2015 me planteé el reto de ganar los seis maratones más importantes y lo he logrado. Soy el primer atleta en el mundo que ha terminado los seis más importantes del mundo. Hace 15 días volví a correr en París otro maratón de los multitudinarios, con más 60.000 participantes. Volví a ganar en mi categoría. Creo que es pasión. No busco ganar. Si gano, bien, pero lo que busco es estar cerca del corredor. Correr me hace feliz. Mucha gente me pregunta cuántos días entreno y digo que entreno cinco y corro siete. Dos días son para liberar un poco la cabeza
—Su mayor gesta fue ganar el Campeonato del Mundo de 1995.
—Evidentemente, el logro más importante es cuando un deportista consigue ser campeón del mundo. Hay otro evento remarcable, cuando en 1994 tres españoles copamos el podio del campeonato de Europa. Yo fui primero por delante de Abel Antón y Diego García. Además, los del mundillo del maratón español conseguimos el Premio Príncipe de Asturias. Son hechos importantes en una disciplina tan dura y en la que dominan los atletas africanos.
—En los Juegos Olímpicos de Atlanta'96 finalizó cuarto. Usted confesó que dejó escapar un tren que pasa una vez en la vida. ¿Valora con el paso de los años ese cuarto puesto o sigue siendo una espina clavada en su carrera?
—Para mí, en su día fue una espina clavada. Luego lo intenté en Sidney, donde ya era una persona mayor, y acabé sexto. Visto lo visto y siendo realista, ser cuarto en unos Juegos Olímpicos y llevarte un diploma olímpico es un gran éxito. Lo que pasa es que yo había preparado los Juegos para intentar lograr una medalla y no conseguirlo fue una frustración. Con el paso del tiempo, para mí es un éxito haber conseguido ese cuarto puesto.
—Usted fue pionero en España en este mundillo y hubo una generación esplendorosa de nacidos en los 60 y principios de los 70. Sin embargo, a día de hoy, su legado no ha tenido continuidad. ¿Por qué?
—La no continuidad no se debe a que no haya talento en nuestros atletas, sino a que han salido muchos de África. Ellos son los grandes dominadores del fondo mundial. Tanto Abel como yo aprovechamos que no había tantos participantes de allí. Ahora, a los españoles les cuesta mucho más intentar ser campeones del mundo.
—¿Ve difícil que se repita una generación tan buena como la de usted?
—Ahora están Javi Guerra y Dani Matos, que hace pocas fechas hizo mínima para el Mundial y los Juegos Olímpicos. Puede que haya una generación. Lo que pasa es que lo tendrá muy difícil por la cantidad de atletas africanos que hay y que dominan el panorama del fondo.
—Usted es el único español que ha sido número uno del ranking mundial de maratón. Estará orgulloso.
—Estoy orgullo no sólo de ser campeón de Europa y del mundo, sino de haber sido el mismo año el más rápido de todo el planeta tanto en marca como en puesto. Para mí eso fue todo un orgullo.
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