Los primeros rugidos de la vigésimo octava edición de la Pujada a sa Cala de Sant Vicent retumbaron ayer con fuerza en la periferia de la capital ibicenca. Los vehículos inscritos en la longeva competición balear se trasladarán hoy al no menos tradicional trazado de sa Cala para llevar a cabo las dos primeras mangas de entrenamientos de la competición que organiza el Automóvil Club de Ibiza y que vivirá mañana su día grande con la celebración de las dos mangas de carrera.

Hoy mismo, a partir de las 15,00 horas, se hará habitual el olor a neumático quemado y el incesante silbido de los acorazados ascendiendo por las rampas pitiusas. Una palpitante sensación que vivirán con mayor entusiasmo los amantes del motor mañana domingo desde las 09,00 horas, cuando se complete la tercera y última manga de entrenos, y, sobre todo, desde las 10,30, cuando arranque la competición puntuable para el Campeonato de Balears de Rallys de Montaña.

Un total de 34 coches y 20 motos tomarán parte en una competición que regresa a su ubicación habitual, entre las poblaciones de Sant Joan y la Cala Sant Vicent, carretera PM-811, entre los puntos kilométricos 6,4 hasta el 2.4.

Las motos tendrán de nuevo su hueco en una Pujada que este año no puntuará para el Campeonato de España de rallys de montaña por motivos económicos. La crisis ha pasado factura, pero no ha conseguido sepultar una prueba mítica que en apenas dos años cumplirá su 30 aniversario.

Exhibición de ‘A Fondu'

Anoche comenzaron los primeros actos del evento pitiuso con una exhibición a cargo de la escudería catalana A Fondu Competició en el parking de Gesa contiguo a la entrada portuaria de Vila. Cuatro espectaculares BMW M3 3.0 pilotados por Eduardo Sánchez, Sergi Morilla, Joan Carres y Marc Cruells deleitaron a más de un millar de personas que se acercaron a la explanada ibicenca. En este mismo escenario –como novedad en lugar de Sant Joan– se realizaron con anterioridad las verificaciones técnicas a los vehículos que tomarán parte desde hoy en la competición.

El espectáculo fue total con los potentes turismos llegados desde la Ciudad Condal. Los pilotos hicieron las delicias de los más pequeños y levantaron los aplausos de los cientos de asistentes con un alarde de técnica y pericia al volante; haciendo giros imposibles con sus BMWs, quemando goma y derrapando sobre el asfalto ibicenco. El aperitivo perfecto para lo que se avecina.