—No debe ser fácil abandonar Eivissa.
—Tengo que hacerlo para seguir creciendo. Me pagan el piso, los estudios y me dan un extra para gastos personales. No podía dejar pasar esta oportunidad.
—¿Qué perspectivas de futuro tiene?
—Debo seguir luchando para tener alguna oportunidad en algún equipo o club de los de más renombre, pero para eso hay que ir paso a paso.
—O sea, que quiere vivir del deporte rey.
—Es lo que me gustaría. Ojalá sea así.
—¿Se ve preparado para ello?
—Claro. Preparadísimo.
—División de Honor. Suena bien, ¿no?
—Sí. Estoy contento y con muchas ganas de que empiece la Liga. Intentaré hacerlo lo mejor posible. Voy a seguir trabajando duro, sin miedo ni nervios.
—Una pena que no pueda estar en esa categoría con el Sant Jordi, que rozó el ascenso.
—Vaya. Hemos estado luchando por eso este año, pero tuvimos altibajos. Al principio, nadie daba un duro por nosotros, pero dimos la sorpresa y nos metimos arriba. Nos pusimos a dos puntitos del puesto de ascenso, pero, finalmente, no lo alcanzamos. Aun así, la campaña ha sido fabulosa.
—¿Qué pasó para que no se cumpliera ese sueño?
—Sufrimos bajas por lesión. Yo fui una de ellas. Aparte, fallamos en algunos partidos en casa cuando no teníamos que hacerlo. Perdimos algunos puntos tontamente. Eso es lo único que ha fallado, porque el espíritu de lucha del equipo era increíble. Estábamos todos a muerte en todos los sentidos: con el míster y entre los mismos jugadores. Acabar cuartos no ha estado mal.
—¿Qué conoce de su nuevo club?
—Ahora mismo, no demasiado. Conozco al entrenador y al presidente, que son los que han estado hablando conmigo. Son buena gente.
—¿Tiene ganas de incorporarse ya al equipo?
—Claro. El día 11 de julio estaré ya allí, pero desde el día 2 me pondré a trabajar individualmente con una serie de ejercicios que me ha mandado el entrenador con el fin de llegar bien físicamente y estar a buen nivel en mi llegada.
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