Las tradiciones están para cumplirse. Todos los 31 de diciembre el deporte pitiuso tiene una cita obligada con la Pujada a la Catedral, una prueba dura, intensa y que combina como pocas el aspecto lúdico con el competitivo. Ante todo, es un día festivo y la alegría es contagiosa, por lo que el sacrificio de ascender hasta Dalt Vila se compensa con creces una vez alcanzada la línea de meta, algo que se hace más lento y pesado si se va con disfraz, que algunos son muy originales pero poco aerodinámicos. No obstante, lo que cuenta es participar y en esta ocasión se alcanzó la cifra de 302 corredores, incluidos siete integrantes de un gimnasio de Barcelona, lo que supone un nuevo récord de participación en la clásica San Silvestre pitiusa.
Una carrera con sabor tradicional
Samuel Urbano y Sara Cardona se hacen con el triunfo en una edición en la que el gran ausente fue Mohamed Tissei
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