Cancellara volvió a ser una especie de cohete en el circuito del parque Killesberg de Stuttgart, como lo demuestra la media de 44'9 kilómetros por hora. Fue el mejor de principio a fin, como lo reflejan las diferencias sobre sus más directos rivales, Bodrogi y Clement, que necesitaron casi un minuto más para cubrir el trazado.
El suizo, último en salir y por consiguiente conocedor de las referencias de sus rivales, especialmente de corredores como el estadounidense Zabriskie, plata el pasado año y que ayer cuajó una mala actuación como lo demuestra su duodécimo puesto. Tampoco estuvo todo lo fino que se esperaba el alemán Bert Grabsch, que se quedó cerca de la medalla de bronce, finalmente para el holandés Clement. Sin duda fueron los grandes derrotados en una prueba en la que Cancellara hizo buenos los pronósticos y no falló. Volvió a utilizar la misma táctica que en otras ocasiones, recientemente en el Tour de Francia, donde se llevó el prólogo y una etapa vistiendo la camiseta de líder durante una semana: apretar los dientes y los músculos desde el inicio.
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