Uno de los comerciantes muestra algunas de las heridas que le ocasionaron.

Robos por doquier en los comercios de la zona y sensación de inseguridad en las calles cuando cae la noche. El municipio de Santa Eulària siempre ha estado relacionado con una zona de tranquilidad dentro del barullo generalizado de la isla de Ibiza. Sin grandes discotecas ni zonas de fiesta, siempre había sido considerado «un pequeño oasis». Sin embargo, la sensación ahora es radicalmente distinta    y los vecinos y comerciantes de la zona denuncian esta repentina pérdida de sensación de seguridad que ha experimentado su centro urbano.

Uno de los lugares más emblemáticos de la zona es el restaurante Can Cosmi. Más de 80 años abierto sin haber sufrido un solo robo hasta la pasada Nochevieja cuando entraron en el restaurante y arrancaron la caja registradora, con casi 3.000 euros en su interior. «La noche de Nochevieja, a la 01.30 horas, rompieron una ventana y se llevaron la caja. Esto fue a la una y media y se lo encontró la trabajadora de la limpieza cuando llegó las tres. Creemos que tenían estudiado cuando abríamos, cuando cerrábamos, todo», asegura Juanito, propietario de Can Cosmi.    Desde su perspectiva, como en la de tantos otros,    «Santa Eulària ha dejado de ser un pueblo tranquilo; antes se vivía bastante mejor». Para Juanito, la cuestión no es solo de los robos en los comercios sino que es una sensación generalizada. «Yo de pequeño me crié en la calle. Ahora, con mi hija, cuesta mucho. Por el día no hay problema pero, por la noche, en zonas sin luz, es mucho más complicado», afirma.

A unos escasos metros, y tan solo unos días antes, había sucedido prácticamente lo mismo en el Celler de Can Pere. Su propietario, Paco, explica a este rotativo que a ellos también les arrancaron la caja registradora tras el turno de Nochevieja,pese a las medidas anticipadas que habían tomado. «Los comercios de restauración de Santa Eulària tenemos un grupo en el que compartimos cosas y durante el verano empezaron a compartirse muchos vídeos de robos en la zona. Desde entonces, retiramos el dinero todas las noches y dejábamos la caja registradora abierta. Sin embargo, ese día el trabajador, por un automatismo, la debió cerrar y el que entró a robar se llevó la caja registradora. Ya no sabemos si poner un cartel de que aquí no hay dinero», explica Paco, tirando de ironía sobre la situación que vive Santa Eulària en la actualidad.    Al igual que su compañero de Can Cosmi, también advierte de esa «degeneración» que ha vivido la zona de Santa Eulària. «Creemos que fue el mismo que entró en el Cosmi porque es el mismo modus operandi, pero tampoco estamos seguros. Nosotros no teníamos cámaras. En todo caso, lo que está claro es que antes estas cosas no pasaban».

Alguien que, para su desgracia, ya es habitual en estas situaciones es José, propietario del bar El Pomelo. Su local ha sido víctima de un total de cinco robos desde el 2020. «Pensé en jubilarme, porque ya estaba cansado, y pensaba que ya no tenía sentido», explica amargamente. Lleva cerca de 15 años con el negocio y durante los 10 primeros nunca había tenido ningún problema en este sentido. Sin embargo, todo esto ha cambiado. «El último vino con un martillo, le pegó a la maneta y entraron a robar. La alarma suena y la Policía Local viene bastante rápido pero, para cuando llegan, ya se han ido con la caja registradora».

Ambiente

No son solo los robos lo que preocupa a José sino cómo ha cambiado el ambiente de la zona en estos últimos años. «Hasta hace apenas dos meses estaba pensando ya en jubilarme. Tengo ya 65 años y hay que lidiar con gente nueva, que te da problemas, te amenaza porque tienes derecho de admisión. Justo estamos en una zona que es un ‘punto caliente’». Esta última frase tiene que ver con que su local se encuentra muy cerca de una de las zonas que muchos de los vecinos señalan como conflictiva, entre la estación de autobuses y el Mercado de Santa Eulària. En ello coinciden los comerciantes entrevistados por este rotativo. Y es que es ahí donde se concentra mucha de la «gente problemática» del centro urbano. «Están en los bancos junto a la parada del bus, bebiendo; sin nada más que hacer», señala una de ellas. Otro de esos comerciantes apunta a que esa zona «es un foco de trapicheo; se comercia con droga y el ambiente que hay es turbio».

Pese a lo complicado de la situación, José sí que ve «cierto atisbo de mejora en la situación; la Policía Local y las instituciones parecen más implicadas últimamente».

Igual que todos sus compañeros anteriores, Cristina, del Rincón de Pepe, ha vivido esta oleada de robos. En su caso, fue el 23 de julio del pasado verano cuando entraron a robar en su establecimiento del centro de Santa Eulària. Para ella, como para tantos otros, esto es algo nuevo ya que «el restaurante lleva ya 43 años abierto y hace más de 20 años de la última vez que nos habían entrado a robar».

Ella, como tantos otros, ha vivido el cambio en la Villa del Río. «Hay zonas, como la cercana a la estación de autobuses, que no son seguras», afirman. Sin embargo, quiere realizar un pequeño apunte «muchas veces se ha señalado al piso de menores que hay en el centro del pueblo. Sin embargo, quizás tiene que ver con el sistema asistencial que se les ofrece a esos menores».

Conflictos

Un capítulo más de esta situación de conflictos en la zona la experimentó Jonás, un hombre de origen brasileño que lleva ya 13 años viviendo en Santa Eulària. Todo sucedió el pasado 26 de diciembre cuando, de vuelta a casa desde su negocio, un poco más adelante de Correos, encontró a cuatro hombres de origen argelino con unos farolillos del    restaurante MezzaNotte, que estaban discutiendo y tirándolos al suelo. En ese momento, Jonás avisó a los del restaurante, que salieron notablemente enfadados.    La discusión posterior elevó el tono y un miembro de ese grupo, explica Jonás «fue a romper una maceta de cerámica y se quedó con un trozo afilado, como si fuera un cuchillo e intentó apuñalarme». Además de ello, le lanzaron cascotes de ese mismo trozo de esa cerámica rota, lo cual le produjo un corte en la cara por el cual posteriormente tuvo que acudir al hospital, además de un hematoma en el brazo que le causaron al golpearle con una riñonera.

La tensión escaló y el grupo que estaba causando conflicto huyó tras la llamada a la Policía. Tras una breve persecución, fueron encontrados escondidos, y pasaron a disposición policial.

Sin embargo, y para sorpresa de Jonás, se encontró a uno de ellos al día siguiente, al cual reconoció «como un hombre que conocía de vista por pasar delante de su restaurante», que había llegado a Ibiza «en una patera hace cuatro o cinco meses». Pese a que no hubo ningún conato de conflicto, a Jonás no dejó de sorprenderle que «el hombre ya estuviera en la calle. Podría haber querido venganza por lo sucedido y venir a mí por detrás».

La reacción

Por su parte, desde el Ayuntamiento de Santa Eulària están haciendo dispositivos especiales del cumplimiento de las ordenanzas que hacen referencia a la seguridad ciudadana y que han consistido en la identificación de ciudadanos, inspección de locales y controles de vehículos en distintos puntos del municipio. Además, señalan la importancia de denunciar    si es víctima de algún tipo de delito, como robos de artículos en tiendas. En este sentido, la Guardia Civil ha habilitado una denuncia electrónica para facilitar esta labor. En este punto es preciso recordar que las competencias en seguridad ciudadana en la Villa del Río son de la Guardia Civil.