Julien, que volvió a marcar, trata de alcanzar una pelota que atrapa Jesús, el portero menorquín. Foto: SONIA GAITÃN
Iván Muñoz
Dejándonos llevar por el romanticismo podríamos decir que la redonda y abultada luna que apareció sobre uno de los fondos de Can Misses en la segunda parte fue el poderoso influjo que empujó a un Eivissa oscuro durante los primeros 45 minutos a desplegar en la reanudación el mejor juego de todo el campeonato. Pero aunque el fútbol tenga algo de mágico e inexplicable -por eso nos encanta- lo cierto es que la metamorfosis del equipo bermellón obedeció más a cuestiones lógicas que relacionadas con los astros. Y eso que algo de fortuna hubo, porque un partido totalmente distinto se habría visto si Buti no hubiera neutralizado de lanzamiento de falta la ventaja visitante a los dos minutos de que estos rompieran la virginidad de la portería de Gaspar en casa esta temporada. Había apretado el Atlético Ciutadella durante toda la primera parte desplegándose bien por bandas cuando le robaba el balón a un Eivissa que no lograba carburar. La novedad de Marcio Vieira como interior izquierdo y Peña por la derecha no facilitaba la salida de un equipo en el que volvió a quedar claro que Raúl Garrido y Xavi Gràcia no mezclan bien como pareja en el centro del campo. Los locales se mostraban consistentes en defensa, en gran parte gracias al trabajo de Rial, incomensurable como siempre y que se llevó la ovación de la tarde cuando fue sustituido en la segunda mitad. Pero las pocas ocasiones claras fueron para los menorquines, que lograron el gol en el minuto 38 por mediación de Alzina, que recibió un balón metido a la espalda de la defensa por David.
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