Los jugadores de la selección española festejan su triunfo sobre Italia. Foto: HENRIK MONTGOMERY

ESPAÑA 81
ITALIA 79

ESPAÑA (20+18+24+19): Calderón (6), Navarro (23), Jiménez (8), Garbajosa (11), Gasol (14) -cinco inicial-, De la Fuente (4), Grimau (0), Felipe Reyes (7), Marco (7) y Herreros (1).

ITALIA (19+25+16+19): Basile (14), Bulleri (24), Radulovic (3), Galanda (11), Marconato (4) -cinco inicial-, Soragna (2), Mian (7), De Pol (4), Righetti (0) y Chiacig (10).

Arbitros: Stokes (GBR) y Belosevic (SCG). Sin eliminados.

Jorge Muñoa|SODERTALJE

El genio de Juan Carlos Navarro y la reacción de toda la selección española en una segunda parte de las que ponen a prueba a los grandes equipos colocaron a España en la tercera final continental de su historia con un apretado marcador frente a Italia que, además, sitúa al conjunto español en los Juegos de Atenas 2004 y en el Europeo de Belgrado 2005. La superioridad de talento española, reconocida por los propios integrantes del equipo transalpino, cayó presa de las redes defensivas tejidas por el técnico Carlo Recalcati durante toda la primera parte y forzó a los hombres de Moncho López a disputar un choque de distancias cortas y asfixiantes hasta la bocina que certificó su éxito en el torneo sueco.

La obsesión de los italianos por frenar el juego de Pau Gasol triunfó a medias en los peores momentos del cuadro nacional, lo que de verdad alimentó a la retaguardia «azzurri», lo que hizo sufrir a España lo indecible durante todos esos minutos fueron sus bajos porcentajes desde el arco de triples, agravados por el acierto que la «nazionale» logró en una faceta tan vital del juego. Recalcati lanzó oleadas sobre Gasol. Giacomo Galanda en algunos momentos, Roberto Chiacig en otros, incluso Denis Marconato, aunque siempre, en función de cada situación, apoyado con medias ayudas o «traps» completos (dos contra uno) desde el exterior por la dirección bicéfala que forman Gianluca Basile y Massimo Bulleri.

Gasol hacía una buena lectura de la disposición de Italia, jugaba el uno contra uno en cuanto tenía oportunidad o, en su defecto, sacaba balones a circular por fuera. El problema de España no era tanto la manera de encontrar las vías de acceso al aro rival, sino que los tiros se le salían. A Italia, por el contrario, le llegaba sangre a las venas a través de Massimo Bulleri y Galanda (dieciséis y nueve puntos hasta el descanso respectivamente). Un parcial de 1-12 ensombreció el futuro español (29-40 m.18), pero el equipo de Moncho López acertó a responder con un 9-4 para meterse en el vestuario a reposar sin haberse salido del choque (38-44).