Pantani repitió el planteamiento ejecutado en la jornada
precedente. El italiano pasó inadvertido hasta las faldas de
Courchevel y allí gestó el ataque del día, que llevó a cabo a unos
13 kilómetros de la cima. En ese punto demarró de sus compañeros
con un golpe de pedal seco. El líder, Lance Armstrong, le resistió
y siguió su rueda, y Roberto Heras enganchó con los dos poco
después, pero Pantani pudo con ambos y les dejó a unos seis
kilómetros de la pancarta de llegada. Pantani recorrió esos
kilómetros con una fortaleza abrumadora, pasó por encima de José
María Jiménez, hasta ese momento cabeza de carrera, y enfiló la
marcha triunfal hacia la llegada logrando su segunda victoria en
este Tour de Francia después del que consiguió en el Mont
Ventoux.
La exhibición de Pantani fue espectacular. El corredor ha
recuperado la fe en sí mismo y ha dejado bien claro que sigue
siendo el mejor escalador del mundo. Con la vuelta de Pantani el
ciclismo ha recuperado el espectáculo. Desde su exclusión del Giro
de Italia de 1999 por dar una tasa excesiva de hematócritos, el
deporte de la bicicleta echaba en falta sus lecciones de pundonor,
pero el Tour lo ha recuperado. La exhibición de Pantani no restó
importancia a otra consecuencia importante de la jornada y es el
golpe de gracia definitivo que el norteamericano Lance Armstrong ha
dado a la carrera francesa. Armstrong logró su objetivo, que no era
otro que diluir las posibilidades de Ullrich una vez que Pantani
lanzó el ataque. Armstrong se dio cuenta de que el italiano iba muy
fuerte y de que no convenía forzar demasiado la máquina, pues con
seguir a su ritmo era suficiente para adueñarse definitivamente de
la camiseta amarilla. Y fue lo que hizo. Continuó su ascensión sin
despeinarse y dejó atrás al segundo y tercero de la clasificación
general, el alemán Jan Ullrich y el español de Festina Joseba
Beloki.
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