Sanz, de 31 años, 9 menos que Alves, ha subido en su cuenta de Instagram una foto de la diva del cine Marilyn Monroe con una frase pronunciada por ella muy elocuente: "Las mujeres quieren un hombre a quien admirar, no a quien educar".
Cuando se conoció la detención de su marido, el 20 de enero de este año, la modelo canaria pasó de escuchar a su marido decir que no conocía a la víctima de nada y que esta se inventaba los hechos, a oír cómo Alves confesaba haber mantenido relaciones sexuales consentidas con la joven.
El futbolista brasileño señaló en esa nueva declaración que si mintió en la primera versión fue para no perjudicar a su mujer y no poner en riesgo su matrimonio.
Joana, conmocionada por la noticia que llevaba a su marido a prisión, donde continúa, por los delitos que pesan sobre él y un posible riesgo de fuga, ha mantenido desde entonces una actitud de progresivo distanciamiento de él, nunca consumado del todo.
Dos meses después de conocerse la presunta agresión sexual de su marido, Sanz anunció en Instagram que se divorciaba de él. «Siempre me apoyó en todo. Me cuesta tanto aceptar que esa persona pudiera romperme en mil pedazos.» La carta, escrita a mano, terminaba afirmando que terminaba su etapa con el futbolista para empezar una nueva en solitaria: «Cierro una etapa de mi vida que comenzó el 18/05/15».
Sin embargo, según ella misma relató, Alves reaccionó a este anuncio con la amenaza de que no la ayudaría económicamente si en verdad se divorciaba de él, asunto que no ha terminado de materializarse en estos meses. La modelo ha visitado algunas veces a Alves en la cárcel de Brians (Barcelona)
En este tiempo, Joana Sanz sí ha pasado de creer a su marido y defender su inocencia, a mostrarse absolutamente indiferente ante lo que le pueda pasar. Su Instagram es una ventana abierta en la se ve la febril actividad de Joana, que tiene casi un millón de seguidores. Viajes de trabajo, un café, un entrenamiento, un baile, una boda como invitada, el carnaval... Aparentemente, a Sanz el juicio de su marido, sobre el que caen numerosos indicios y sospechas, según la jueza que instruye el caso, no le afecta en su día a día.
Y tira de ironía y mordacidad para guardar distancias con él mientras se espera a que el juicio llegue y se determine la culpabilidad o no de Alves.
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