Los novios, que optaron por una discreta celebración a la que asistieron unos 350 invitados, se dieron el «sí, quiero» en el Salón del Trono del palacio monegasco poco antes del mediodía, según informó la edición digital del periódico local «Nice Matin».
La ceremonia, a la que seguirá una fiesta alrededor en los jardines del mismo recinto, tiene lugar tras ocho años de relación entre Andrea y Tatiana y cinco meses después del nacimiento en Londres de su primogénito Sasha, tercero en la línea sucesoria tras su padre y su abuela.
Los invitados, a los que se les ha pedido que no difundan fotos a través de las redes sociales, fueron llegando a pie, en taxi y en vehículos con chófer mientras algunos curiosos aplaudían su entrada.
La boda entre Andrea y Tatiana nada tuvo que ver con el último enlace real en el diminuto Estado mediterráneo, cuando en julio de 2011 el príncipe Alberto II desposó a la exnadadora sudafricana Charlene Wittstock y la pareja se besó en el balcón ante varios miles de personas congregadas delante del palacio.
En esta ocasión, en línea con la discreción que observan Andrea y Tatiana, ambos reservaron los guiños amorosos para sus amigos e invitados, que almorzaron bajo la sombra de las palmeras que rodean la piscina del palacio.
La comida fue servida acompañada de cerveza monegasca, antes de que unos 250 amigos de los novios se unan a la celebración nocturna, animada por grupos de música caribeña y africana, que darán paso en la pista de baile a música soul, rock y pop, detalló «Nice Matin».
No obstante, la boda civil es solo el anticipo de un enlace religioso el próximo enero en la localidad suiza de Gstaad, ocasión que servirá también para celebrar el bautizo del pequeño Sasha.
Las únicas imágenes relacionadas con el casamiento que han trascendido son dos instantáneas de la despedida de Tatiana, que celebró una fiesta sobre un barco en aguas monegascas con un grupo de amigas.
Entre ellas estaba la hermana de Andrea, Carlota Casiraghi, que luce embarazo y será la próxima de los Grimaldi en contraer matrimonio, con el actor francés Gad Elmaleh.
Andrea, de 29 años, es hijo de Carolina de Mónaco y de su segundo marido, el empresario italiano Stéfano Casiraghi, fallecido en 1990 en un accidente náutico.
Es también sobrino de Alberto de Mónaco, con el que mantiene una cercana relación y nieto de los fallecidos príncipes Raniero III y Grace Kelly.
Andrea nació en Mónaco, pero tras la muerte de su padre se crió en Saint-Rémy-de-Provence, una pequeña localidad de la Costa Azul francesa.
El adolescente Andrea vivió en Fontainebleau, exclusiva zona residencial a las afueras de París, en cuyo instituto de secundaria Jeanne d'Arc Saint-Aspais conoció en 2002 a su hoy esposa.
Ambos estudiaron en la Universidad Americana, Tatiana en Londres y Andrea en París, donde el joven se licenció en artes visuales y política internacional.
Tatiana, nacida hace 29 años en Nueva York, es hija de la brasileña Vera Rechulski y del empresario Julio Mario Santo Domingo Jr., fallecido de cáncer a los 52 años en 2009.
Es también nieta del dueño de un conglomerado de empresas entre las que se cuentan la compañía aérea Avianca, la cadena de radiotelevisión Caracol, el periódico El Espectador y el operador de telefonía Celumovil, que falleció a los 87 años en 2011 y cuya fortuna la revista Forbes estimaba entonces en unos 8.400 millones de dólares.
Tatiana, que habla portugués, español, inglés, francés e italiano, se educó en Ginebra y París, por lo que nunca vivió en Colombia, país que visita en vacaciones y donde su familia posee también una isla privada.
Licenciada en bellas artes y fotografía, en 2009 fundó la empresa Muzungu Sisters, que vende «moda étnica» por Internet.
4 comentarios
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Sangre azul(dioses annunaki) Y el rollo illuminati- mk ultra. Es lo que tienen Estas familias de zumbadoos
En Mónaco no hay pobreza y todos los ciudadanos viven bien. Yo he estado un montón de veces y puedo afirmar que no es como aquí para nada, su familia real está tan loca como la nuestra, pero son menos falsos y lo importante es que nadie pasa hambre ni vive en la calle.
Y ahora, a vivir del cuento el resto de sus días a costa de los ingresos del Casino y de las fortunas que se refugian en el paraíso fiscal que es el principado.
De todos los playboys y vividores que han pululado por las dependencias palaciegas monegascas, este individuo es el campeón. Menudo crápula el chaval, aunque el entorno en el que ha vivido, propicia cierto tipo de comportamientos vergonzosos de los que es difícil abstraerse.