El mercadillo más antiguo y de mayores dimensiones de la isla cumple 45 años y por eso ésta que comenzó el pasado miércoles será una temporada llena de sorpresas donde la música será, como lo ha sido a lo largo de todo este tiempo, una de las grandes protagonistas. Sólo hace falta bucear un poco por las redes para darnos cuenta del importante papel que ha desempeñado a lo largo de todos estos años el Hippy Market de Punta Arabí. Ese mítico enclave de Es Canar reúne hasta nuestros días la escencia del más puro espíritu de Ibiza donde conviven artesanos de todas partes del mundo, de las viejas generaciones con aquellas que están tomando el relevo también con mucho éxito. Allí todavía se respira el espíritu de la isla que aún «resiste al lujo, convirtiéndose en uno de los pocos sitios que aún mantiene esa escencia», señaló Thomas Hofmann, responsable del Hippy Market desde hace seis años, a Periódico de Ibiza y Formentera.
Lo cierto es que el Hippy Market ha sido testigo de la realidad de Ibiza y de sus cambios por 45 años. Ha visto desde su rincón en Punta Arabí como la belleza de la isla juntos a sus mágicos secretos y rincones, la bondad de su climatología y la cordialidad de los ibicencos cautivaron a sus visitantes desde los hippies de los años 70 hasta los que aún hoy continúan optando por Ibiza como su lugar de residencia; vió también la transición de ser un paraíso conocido por pocos hasta la masificación del turismo actual. Los inicios del Hippy Market de Punta Arabí se remontan al año 1973 cuando la dirección del Hotel Club Punta Arabí les ofreció a los hippies afincados en la isla la posibilidad de vender sus productos artesanales o aquellos provenientes de diferentes partes del mundo, a los pocos turistas hospedados por aquel entonces en el Club.
Cuenta la historia que por aquel tiempo, cuando el mercadillo comenzaba a gestarse contaba con cinco únicos puestos: Maggie con sus deliciosos pasteles, una señora de Formentera que vendía jerseys tejidos a mano con la lana de sus propias ovejas, un chico vendiendo cachorritos, unos niños que intercambiaban juguetes y otra persona vendiendo joyas traídas de la India. Todo ello era amenizado al ritmo de violines, guitarras y «jam sessions», dando origen a la estrecha relación que el mercadillo mantiene hasta la actualidad con la música en vivo. En esos primeros días los hippies montaban sus puestos de venta sobre el suelo, debajo de los árboles presentando sus productos sobre pañuelos.
Con los años esos pañuelos se convirtieron en estructuras que dieron lugar a los puestos que se transformaron en el modo de subsistencia para muchas familias de la isla, así como un lugar de paso obligado para todo visitante de Ibiza que acuden a él para respirar ese mítico espíritu de la Ibiza de los años 70 a la vez que discurren por sus pasillos en búsca de productos artesanos u originales.
María, que lleva montando su puesto en el Hippy Market de Punta Arabí desde el año 1975 asegura que en aquel tiempo «éramos un grupo de gente que buscaba vivir de forma diferente y que vendíamos lo que hacíamos a los turistas para ir viviendo. A veces no vendíamos nada y otras con las pesetas que ganábamos comprábamos comida para una semana entera. Eran otros tiempos, otros precios... y los alquileres no costaban tanto». A pesar del paso del tiempo reconoce que actualmente «el mercadillo ha mejorado muchísimo a la vez se ha modernizado mucho» de la mano de internet y de las redes sociales «aunque la escencia de libertad típica de aquella época y de esa mítica Ibiza todavía se sigue respirando» cada miércoles.
Para ella el mercadillo representa un giro en aquella vida acomodada que llevaba siendo azafata hasta que se enamoró y aterrizó en Ibiza siguiendo el amor y los aires de libertad que surgían en una época con la cual ve «muchas similitudes con la actual; aunque nosotros no teníamos nada que perder y mucho por ganar».
Actualmente el mercadillo ya cuenta con más de 500 puestos con una larga lista de espera, para acceder a él hace falta tener creaciones propias o muy originales con el fin de que no pierda su atractivo. Los miércoles de agosto llegan a pasar por ellos varios miles de personas, disfrutando de su particular ambiente en la maravillosa zona ajardinada del Club Cala Martina.
Actualmente dentro del mercadillo se puede encontrar una gran variedad de actividades que incluye una zona infantil donde los más pequeños pueden crear su propia coronita de flores, conseguir un maquillaje fantasía o participar en talleres de reciclaje y diseñar su propia camiseta. En el chiringuito Hippy Kids los niños pueden pasar momentos inolvidables también junto a sus padres. Por otro lado, en la calle de los talleres los artesanos producen sus creaciones, por ejemplo, en joyería o en cuero, en directo. Además, la gastronomía ha ganado mucho terreno de la mano de productos de elaboración propia como la paella, la cerveza artesanal o los saludables batidos.
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