«Fue al párroco de Santa Eulària, Vicente Ribas Prats, al que se le ocurrió la idea, pensó que entonces no había ninguna procesión en la isla que simbolizara el momento de la resurrección de Jesús y que ésta, podría tener lugar en Santa Eulària», relató ayer el hermano mayor de la Procesión del Santo Encuentro, Isaac Sala, quien añadió que, para ello encontraron el modo de adquirir una imagen de Cristo Resucitado y la talla de Nuestra Virgen de la Esperanza, de la hermandad del mismo nombre, aunque propiedad de una familia particular, sería la encargada de procesionar hacia el encuentro con el Cristo.
Así, decidieron que la Virgen portase distintas ropas, más adecuadas al Domingo de Resurrección y un giro en los brazos que diera a entender un próximo abrazo y la alegría de la reunión de una madre con su hijo después de muerto. Además, un velo negro en su rostro representaría su luto y tristeza hasta el momento de ver a su hijo, en el que normalmente es una manola, portadora de algún deseo la que desvela el rostro de la Virgen, aunque ayer fueron los hermanos los que, finalmente, despojaron a la virgen de la tela negra que cubría su imagen.
Desde el inicio, la procesión del Santo Encuentro se planteó como una unión de todas las cofradías, de todas las personas que de alguna manera formaran parte de la Semana Santa en Santa Eulària, aunque, eso sí, alguien tenía que organizar todo aquello. Y esa es la tarea del hermano mayor de la procesión del Santo Encuentro, Isaac Sala, que desde hace seis años coordina la actividad y la labor de los costaleros.
La de ayer volvió a ser una representación conmovedora, acompañada por multitud de devotos a su paso, en la que el Cristo partió de la iglesia de la Virgen de Lourdes, en la calle Sant Jaume y la Virgen del domicilio particular de la familia a la que pertenece, en la calle Sant Vicent. Y en la que ambas imágenes, portadas por 8 costaleros cada una de las diferentes cofradías del pueblo, se encontraron junto a la plaza del Ayuntamiento. Sin duda, ese fue el momento más emotivo de la mañana con las bellas estampas que dejaron ambas tallas al ofrecerse mutuas reverencias coordinadas por sus portadores. Las reacciones eran fácilmente observables en los rostros de los devotos asistentes al encuentro.
Las Agrupación Musical sa Colla des Riu y Nuestra Señora de la Estrella fueron las encargadas de aportarle la banda sonora a la escena ya de por sí muy simbólica. Además, unas 16 Manolas de riguroso luto y mantilla blanca acompañaron a la Virgen durante todo el recorrido en una comitiva que entre los costaleros, las agrupaciones musicales, Manolas, representación eclesiástica y autoridades, entre las que no faltó el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, ni la concejala de Cultura, Ana Costa, rondó las 120 personas.
Al finalizar el encuentro, comenzó el ascenso de las dos imágenes hacia el Puig de Missa acompañadas, eso sí, por la presencia de fuertes rachas de viento que se iban incrementando con la subida. Una vez allí y antes de comenzar las escaleras, la Virgen y el Cristo Resucitado fueron colocados uno al lado del otro por sus costaleros y ofrecieron nuevas reverencias antes de ascender por las escaleras en la subida final hasta la iglesia.
Una vez en el templo y cuando las imágenes ya descansaban en el inicio de la misa, los costaleros no ocultaron su alegría y celebración porque, un año más, la procesión había transcurrido en base a su organización dejando espacio para la fe y el sentimiento de todos los fieles que habían acudido, un año más, a disfrutar del Domingo de Resurrección y del encuentro de la Virgen con su hijo resucitado.
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