Que nuestro aspirante a Sardina Negra de esta semana es una de las personas más queridas de Eivissa queda demostrado antes incluso de cruzar cuatro palabras con él. Quedamos con Ángel Vega en el instituto Sa Blanca Dona, donde ha sido profesor de Educación Física durante más de treinta años, y nada más aparcar saluda amistosamente a un par de personas. Y después, tras las fotografías en el interior del centro, tomando un café en Es Fornás, la realidad se multiplica, teniendo que parar la entrevista en varias ocasiones para que salude a todo aquel que le pregunta por su vida desde que se jubiló recientemente.
Y es que este sevillano, nacido un 27 de septiembre de 1955, casado con Marina, padre de María Isabel, Carlos José y Ariadna, y abuelo de esos a los que se le cae la baba, ha dejado huella en la isla desde que llegó a ser portero del Eivissa en 1979. Además, la historia de este hombre, de padre de Vigo de Sanabria en Zamora, y madre sevillana, y que es una auténtica enciclopedia del mundo del fútbol capaz de recordar los nombres de los jugadores y entrenadores con los que ha convivido, se podría dividir en dos partes. Por un lado, su faceta como portero es digna de contar como ejemplo a aquellos jóvenes de hoy en día que intentan hacerse un hueco en el mundo del fútbol, y por otro, su faceta educativa, como un profesor que logró ser querido por alumnos y compañeros, algo no muy común, sobre todo entre los primeros.
Sin embargo, nada parece muy común en este aficionado al Real Betis y al Sevilla – cosa sorprendente – y que consiguió entrar en el juvenil del FC Barcelona colándose en el Camp Nou hace más de cuarenta años. Ah, y además, nuestro aspirante a Sardina Negra estuvo a punto de eliminar al Atlético de Madrid en la Copa del Rey de la temporada 83-84 formando parte de aquel mítico equipo del Portmany que empató a dos goles en Sant Antoni y fue ganando durante buena parte del partido de vuelta en el Vicente Calderón. Casi nada.
—Buenos días. No para de saludar a todo el mundo. Ha dejado huella en el instituto y en Eivissa...
—(risas) Son muchos años trabajando en el Instituto Sa Blanca Dona de profesor de Educación Física y como portero y entrenador en distintos equipos de la isla. Será que soy muy pesado (risas)
—Todo el mundo me ha hablado bien de usted. Tanto como profesor como futbolista. ¿Cómo lo ha conseguido?
—(risas). No sé. Se lo tendrá que preguntar a ellos. También es cierto que un profesor de Educación Física siempre lo tiene más fácil que uno de Matemáticas o Filosofía.
—También me han dicho que fue usted uno de los mejores porteros que han pasado por la isla...
—(risas). Gracias de nuevo. Bueno tal vez sea porque se me dio bien mi paso por el Ibiza y por el Portmany. Sobre todo en este último, ya que la gente me recuerda por ser el portero de aquel equipo que jugó aquella eliminatoria en la temporada 1983-1984 contra el Atlético de Madrid.
—Un partido inolvidable para muchos aficionados de Eivissa. Se ha hecho hasta un documental... Estuvieron muy cerca de dar la sorpresa...
—Sí, lo tuvimos ahí. Guardamos un gran recuerdo de aquella eliminatoria, sobre todo porque estuvimos partido y medio clasificados. Aquí en Sant Antoni, en campo de tierra, empatamos a dos goles, y el cabreo de Luis Aragonés fue tal que suspendió la cena que tenía preparada para sus jugadores. Y después en Madrid, Miguelín, que era un gran jugador nuestro nos puso por delante con un gran gol desde casi el medio del campo que sorprendió a Abel. Desgraciadamente, su forma física y el campo nos pasó factura y al final nos remontaron con goles de Votaba, Landáburu y Cabrera, ya al final del partido. Una pena.
—Dice que jugaron en tierra el primer partido... Cómo ha cambiado todo... Ahora sería impensable...
—La verdad que sí. Ahora todo está mucho más medido y es muy diferente. Fíjese que hay hasta quejas de los equipos de mayor categoría por jugar en césped artificial...
—¿No cree que ahora todo es más fácil para los chicos que empiezan? ¿Qué hubiera sido de Ángel Vega con estos medios?
—Pues no lo sé. Eso nunca se sabe. Pero lo cierto es que yo jugué casi siempre en campos de tierra con agujeros, baches, piedras... y no nos quejábamos.
—Pero usted también jugó en campos grandes e importantes como el Camp Nou o el Sánchez Pizjuan de Sevilla. ¿Es cierto que todo empezó con su hermano?
—Sí. Él fue mi padre futbolístico. Se llamaba Manuel Vega y fue portero del Real Betis y del Recreativo de Huelva entre otros equipos. Yo siempre me quería parecer a él.
—Tras ser infantil en el Sevilla entró en los juveniles del FC Barcelona. Además creo que su historia es muy curiosa...
—(risas) La verdad que sí. Mi padre trabajó muchos años en una fábrica de corchos en Sevilla hasta que la cerraron y entonces nos fuimos a Barcelona cuando yo tenía 15 años. Allí empecé a trabajar en un restaurante de un tío mío en la calle Provenza y un día un primo me dijo cómo llegar al Camp Nou para pedir una prueba. Así que, ni corto ni perezoso, me cogí el autobús numero 43, me bajé en la última parada, y me colé en el estadio a preguntar. El primero que me atendió fue un señor mayor, que era el que arreglaba las redes del campo, y después me pasaron con Rodri, el segundo del primer entrenador entonces Vic Buckingham. Lo cierto es que todo fue muy bien, y me citaron para un entrenamiento de por la tarde con los juveniles. Cuando llegué ya me estaban esperando con mi ropa y se ve que les gusté porque me mandaron a la Masía, que entonces eran solo unas oficinas, y allí firmé con ellos.
—Creo que al año siguiente, en la temporada 1971-1972, entró el gran Marinus Michels... ¿Cómo era entrenar con él?
—Increíble. En mis tiempos de juvenil el primer año tuve a Josep María Minguella como entrenador y en el segundo a Laureano Ruiz, con el que fuimos campeones de España juvenil con un equipo en el que estaban Tente Sánchez, Estella, Serrat o Mir y ganando al Real Madrid 2-4 en su casa. Pero para mí lo mejor de Michels era que todas las categorías entrenábamos igual y así yo aprendí a jugar con los pies, de líbero. Era un portero adelantado que era uno más en la creación y eso era algo increíble para la época.
—Acaba de morir Johan Cruyff. ¿Entrenó con él?
—En alguna ocasión, pero no me perdía ningún partido suyo en el Camp Nou.
—¿Era tan especial?
—Posiblemente el mejor. Recuerdo cómo nos enseñó a todos a golpear el balón con el exterior del pie. Eso es algo que jamás se había visto en España.
—Después pasó por muchos equipos hasta llegar a Eivissa. Su curriculum es tremendo...
—(risas) Lo cierto es que después pasé por el Barbastro de Huesca, en una Tercera División que era mucho más complicada que ahora porque sólo había cuatro grupos y equipos como el Palencia, el Moscardó, el Guadalajara, el Atlético Madrileño, el Peña Sport o el Alavés, contra el que debuté con 17 años. Después fui al Binéfar y al Reus Deportivo, donde nos entrenaba Ignacio Rojas, y con el que fuimos campeones de España de aficionados derrotando al Toscar de Tenerife, al Balmaseda de la zona del País Vasco y en la final al Betis Deportivo, tras perder en el primer partido 4-0 y ganar en casa 5-0. De ahí al Santa Pola, al Lorca Deportiva y al Andorra donde pasé una temporada y media magnífica. Y después, el Ibiza.
—¿Y cómo acabó aquí?
—Pues mira yo estaba en Sanabria con mi padre de vacaciones y me llamó mi representante para decirme que se había interesado un equipo de superior categoría, el Ibiza. Me interesó, las condiciones me gustaron, las firmé en Barcelona y me vine. Aquí me reuní con el entonces presidente, Vicente Roig, dueño del bar Avenida, y con un directivo, Ramon Marí, en la sede que tenía el equipo en la Plaza Enrique Fajarnés Tur, donde el actual BBVA, y no hubo ningún problema. Llegué con 24 años y estuve tres temporadas, la 79-80 80-81 y 81-82 en Segunda División B.
—¿Cómo recuerda aquellos años?
—Fueron magníficos. Jugábamos en el campo antiguo que estaba donde el Parque de la Paz ahora y la competitividad era dura. Sólo había dos grupos y había grandes equipos, como Granada, Jaen, Sevilla Atlético, Barcelona Atlético, Cartagena, Ceuta, Diter Zafra, Badajoz... e incluso, el Mallorca estaba por debajo de nosotros. Sin embargo, con Curro de entrenador nos salvamos sin problemas las tres temporadas.
—Y de ahí al Portmany...
—Pues sí. Estaba en Sevilla porque no iba a volver y volví a recibir una llamada. En esta ocasión de Isidro Ramis, y de nuevo enseguida nos pusimos de acuerdo. Y aquí estuve dos años también magníficos, donde conocí a mi mujer y me casé en una boda magnífica en el Gala Night. Después me fui al Hospitalet de Isla Blanca, donde tras dos buenos años me decidí retirar.
—¿Tan pronto?
—Sí. Acababa de nacer mi hija, los campos eran malos, viví dos lesiones graves de compañeros míos, Aguilar que cayó mal y se rompió el hueso del equilibrio, y Paco Martínez, que se fracturó la mandíbula, y pensé que no merecía la pena.
—¿Cómo era Ángel Vega de portero?
—Pues alguien al que le encantaba ser portero. Aprendí mucho de mi hermano y le tenía como un ídolo. Además, jugaba muy adelantado gracias a mis dos años en el Barcelona y me encantaba salir de puños a despejar el balón.
—Eso ahora no se ve mucho...
—La verdad que no. Cada vez salen menos de debajo de los palos pero yo tuve la suerte de que me orientó mucho mi hermano. Él siempre me decía que el área era mía y que nunca había visto pitar un penalti a un portero por salir de puños y llevarse a alguien por delante. Además, yo colocaba dos compañeros en los postes y así, si yo fallaba, era más fácil que pudieran interceptar el remate. Ahora todo es muy distinto y es una pena.
—¿A quién quería parecerse?
—A mi hermano, a Manolo Reina, el padre, que era un gato y salía muy bien de puños, y al Chopo Iribar. Es uno de los mejores porteros que he visto nunca.
—Y ahora que está jubilado... ¿A qué se dedica?
—Después de 35 años como profesor disfruto de la vida, de mi familia y de mi nieto. Además me he sacado el título de entrenador en el nivel 3 así que estoy pendiente del teléfono por si me llama algún equipo para que los entrene (risas).
—¿Y cómo sería de entrenador?
—Me gusta que se toque el balón, pero también que los futbolistas sean inteligentes dentro del campo. No sólo vale con ser buen pelotero sino que hay que saber que hacer en cada momento.
EL TEST
Un libro
‘Tatuaje' de Manuel Vázquez Montalbán
Una película
‘Ben Hur'
Una serie
Los documentales de naturaleza
Un cantante o un grupo
Mis paisanos, Triana
Un color
Verde
Un plato de cocina
La paella de mi mujer, Marina
Un deporte
El fútbol sin duda
Un lugar de la isla donde perderse
Cala Bassa por sus sabinas centenarias
Un viaje que nunca olvidará
Cualquiera que hago con mi familia a Sanabria
Una manía
No tengo ninguna
Un defecto
Soy sincero y siempre digo la verdad
Una virtud
Que intento desear que le vaya bien las cosas a todo el mundo
Un sueño por cumplir
A nivel deportivo llegar a entrenar en Primera División
Alguien a quien admire
A mi hermano, a mi padre y a mi madre que perdí con 11 años. También a mi mujer porque ha sido capaz de sacar adelante una gran familia
LA PREGUNTA
-¿A qué dedica el tiempo libre ahora?
-A descansar y estar con la familia aunque me gustaría ayudar más a los demás. Estoy indignado con esto que está pasando con los refugiados, las condiciones en las que viven y como miramos para otro lado en occidente. Creo que nuestros políticos hacen menos de los que deberían, y más teniendo en cuenta que nosotros somos un país donde hemos tenido que emigrar para buscarnos la vida.
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