Pasadas las fiestas, el pescado asusta bastante menos, ya que baja del cielo donde había estado instalado y regresa a cierta normalidad. Estas últimas semanas, los caldos de verduras han servido para reponer el estómago y han permitido a muchos recuperar también sus bolsillos en una cuesta de enero que, para unos más que para otros, llega a su fin.
Así, el rape, que en Navidad no se podía adquirir por debajo de los 40 euros por kilógramo, ahora lo encontramos en algunos puestos del Mercat Nou de Vila a precios que van desde los 19'90 a los 26'90 euros/kilo. Eso sí, siempre que hablemos de la pieza entera. Si solo pedimos la cola, el importe se dispara de nuevo y se equipara a lo que se pagaba en fiestas.
No obstante, en este inicio de año también ha habido algunas excepciones, con pescados que en lugar de bajar veían incrementado su precio. Es el caso de una variedad tan común como es la merluza. Hace un par de semanas, Sandra Abella, de Pescados María Rosa, nos explicaba que de un precio de unos 10 euros/kilo durante todo el mes de diciembre, había llegado a costar en enero casi el doble. Los temporales que sufrieron una gran parte de las zonas costeras del país explicaban este encarecimiento postnavideño. Ahora, ya en la recta final de enero, este pescado tan habitual en nuestra mesa vuelve poco a poco a recuperar un precio más razonable. Ayer, en el citado puesto del Mercat Nou de Vila, se vendía a 12'95 euros/kilo.
En Pescados Fiona, Carmen nos señala que en esta época algunas de las especies más valoradas son la roja y el gallo, que comercializa a 38,90 euros/kilo en ambos casos. También muy apreciados para guisat y cualquier otro caldo de pescado, encontramos en este puesto la rascasa, la araña y la rata, que están un escalón por debajo en cuanto a precio, pero no en cuanto a su sabor. Estas tres últimas especies cuestan, cada una de ellas, 24'90 euros/kilo.
En otros casos, especialmente en variedades locales como el moll o el gerret, no existe variación ya que los precios son estables durante todo el año. Éstos vienen fijados por la Cofradía en lugar de comercializarse mediante subasta, como el que procede de fuera de la Isla, lo que nos ahorra sobresaltos a la hora de sacar el monedero.
Por otras razones, como puede ser su origen en piscifactorías y criaderos, otras especies procedentes del resto del país también mantienen sus precios sin excesivas alteraciones, como en el caso del salmón, la dorada o los mejillones. Una estabilidad que sin duda agradecen las economías domésticas de las Pitiüses.
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