Raji trae a sus espaldas un extenso recorrido por otros muchos países donde ya antes ha bailado, China, Marruecos, Brasil, Canadá, Italia… y ante públicos muy diferentes, culturalmente hablando. Por eso, reconoce que una de las claves de su baile es sentir al público, «me adapto porque conozco mi trabajo y mi instrumento, el baile, y siempre que llego a un sitio intento entender dónde estoy y ante quién voy a bailar, me fijo en la energía… y eso me guía». La reacción general es de entusiasmo, algunos incluso lloran y se emocionan.
Su trabajo, si bien no tiene una coreografía marcada tampoco se basa en la improvisación, sino en el trabajo que lleva tantos años desarrollando. «Reinvento la danza, pero manteniendo intacto el rigor y el conocimiento. Trabajo con el momento presente, es decir, en cada momento lugar, público y ante cada situación me manifiesto de una manera totalmente nueva, pero con unos conocimientos que he ido interiorizando durante estas tres décadas», matiza Rajin.
Junto a él está su compañera, en lo profesional y personal, la también bailarina Yumma Mudra, con quien ha compartido escenario en varias ocasiones desde que se conocieran en 2013, la última vez ha sido en la sala Ciel Azul de Santa Eulària, con la danza Samaya, el ritual de la Rosa. Ella nos hace de traductora y nos explica el concepto del baile que comparten. «Se trata de un trabajo anatómico y artístico para estar al servicio de la danza», que es precisamente lo que ejemplifica en su espectáculo Intemporal, el gesto del aliento, que bailó en solitario en el Teatro de España.
Añade que el estilo de Raji es propio y que lo lleva desarrollando ya 30 años, «no hay nadie más en el mundo que baile así. Cuando le ves bailar entiendes muchas cosas de la vida pero no te las explica hablando sino bailando». Sin embargo, no sólo expresa con el contorsionismo de su cuerpo, sino también con su presencia en el escenario (siempre decorado con neutralidad para que el público no se distraiga) y con el empleo de su propio aliento. «Este proceso artístico implica una maestría profunda del aliento y de la dimensión artística del movimiento. Si no hay música él la crea así, si hay música, su aliento se adentra en ella».
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