Mañana sábado se celebrará una nueva edición de la tradicional Festa del vi pagès de Sant Mateu que organiza de forma conjunta la Asociación de Vecinos del pueblo, el ayuntamiento de Sant Antoni y la Consellería de Agricultura.

Este año la fiesta cumple medio siglo de vida y por ello, justamente el pasado mes de marzo el consistorio portmanyi otorgó la medalla de plata a la asociación de vecinos. Según confirmaron sus organizadores a este periódico, la fiesta en un principio se creó para que los productores de vino payés dieran a conocer su producto y por ello en los primeros años se hacía una matanza donde se sacrificaba a un cerdo. Después se hacían las sobrasadas y butifarras que se vendían en la fiesta y el vino se escanciaba en porrones de vidrio.

Hoy en día todo ha cambiado mucho. Serán dos los cerdos que se sacrifican. 400 kilos de carne de los cuales 200 se convierten en las preciadas sobrasadas y butifarras que se comerán la noche de actos. Y el vino ya no se sirve en porrón sino que se presenta en jarras de cristal y se escancia en vasitos de plástico.

Pero como explicó el actual presidente de la Asociación de Vecinos de Sant Mateu, Pep Racó, esta fiesta, «además de dar a conocer los vinos del pueblo tiene que servir para mantener las tradiciones del campo». Por ello, todos los años, unos días antes hay una charla que versa siempre sobre un tema relacionado con el medio rural. Este año la jornada técnica se celebró ayer y habló de viñas y vino y del léxico en el mundo rural de Eivisa y corrió a cargo de Lídia Pons Griera, doctora en Filologia Catalana, Catedràtica de la Universitat de Barcelona, y codirectora del proyecto Atles lingüístic del domini català, que recogía las particularidades de la lengua oral en Eivissa.

«Rezando para que no llueva»

El de la fiesta del vino es un largo periplo que la Asociación de Vecinos de Sant Mateu ha pasado rezando para que el día de la celebración no llueva, ya que ésta se celebra al aire libre, y alguna vez ha hecho acto de presencia. Además, es la historia de un intenso trabajo para que la matanza que se celebra dos semanas antes salga buena, algo que no siempre ha sido así, pues según Pep Racó «hubo un año que salió mala y se tuvo que comprar la sobrasada y la butifarra». Y como no, 25 años de quitarse el frío de diciembre ante las improvisadas bañeras repletas de leña ardiendo, con un vaso de vino y un trozo de pan con sobrasada. Un cuarto de siglo sin que, gracias a Dios, no haya ocurrido ningún incidente grave, y eso que ese día corre el vino, casi 400 litros que muchas veces se han acabado.

Sin incidentes graves

Con respecto al aumento o no de controles de alcoholemia por parte de la Guardia Civil, Pep Racó, asegura que efectivamente hay policía, pero es más bien de carácter disuasorio, y recomienda beber con moderación. «Por suerte nunca ha habido ningún accidente grave que yo sepa y eso se debe a que muchas veces ha habido personas que han dejado su coche aparcado en el pueblo».

Efectivamente, la presencia policial no ha hecho que haya disminuido la gran afluencia de público durante todos estos años, y si bien en los últimos parece que se ha reducido un poco, se llegó al pico hace unos cuatro o cinco. También la presencia de productores de vino se ha reducido, y ahora son aproximadamente unos veinticinco los que participan en la fiesta. Algo que se debe simplemente a que «hoy en día ya no todo el mundo puede dedicarse al campo, y algunas personas han dejado de hacer el vino».

En este sentido Pep Racó recordó que la Festa del Vi Pagès de Sant Mateu fiesta está abierta a todas las asociaciones del pueblo, y muestra de ello es que en ésta edición participan también la Asociación de Padres de Alumnos del colegio de Sant Mateu y Sa Colla d'Aubarca, que venden productos típicos como son el flaó, el café caleta, el pan pagés y otros.