«De pequeñito ya empecé con el tema de los bonsái yo solo, en vez de alambre, para darles forma cogía hilo de pescar y un plomo con lo que les hacía bajar las ramas. Fueron pasando los años hasta que conocí a Pep Ribas y otros aficionados y así empecé a aprender, ellos nos dieron las primeras pautas», explicó Torres que al igual que su colega de pasión, Juan Montesino, taxista de profesión, reúnen más de un centenar de estos pequeños árboles.
El jardín de Juan Montesino está lleno de árboles bonsái, incluso tiene un bosque de ginkgos, «el dinosaurio del planeta, el árbol más antiguo del mundo, originario de Hiroshima, el único que sobrevivió a la bomba atómica y al que no se le conocen plagas siendo el primer árbol del planeta que ha sobrevivido a lo largo de los milenios», explicó. Concretamente éste lo compró hace 16 años en un vivero de Santa Eulària. «Compramos cuatro árboles y los cortamos en cuatro o cinco partes que plantamos y están emergiendo árboles nuevos».
Ahora el bosque lo forman 27 árboles y según sus palabras «de sus propias raíces salen arbolitos nuevos, se está comportando como un bosque, de forma natural, de hecho en Japón hay un bosque de 600.000 metros cuadrados que ha nacido de un sólo árbol», añadió.
Entre su jardín de árboles bonsái tiene un algarrobo ibicenco, uno de los más complicados. Montesino lo recuperó de una pared ibicenca que se estaba cayendo y tuvo mucha suerte porque encontró las raíces y «pude adaptarlo bien, pero es un árbol muy delicado, hay que trabajárselo mucho para que agarre en la tierra porque tiene raíces muy largas y le cuesta, es muy complicado».
En realidad de cualquier árbol o arbusto se puede hacer un bonsái, «es preferible que sea de hoja pequeña, aunque si no se le puede reducir espaciando el tiempo entre trasplante y trasplante. Al no poder desarrollar bien las raíces entonces el crecimiento es menor», explicó Juan Torres. Además, «si le sacas las hojas en marzo o abril, como hay más horas de sol, el árbol tiende a hacer la hoja más pequeña», añadió. Otra forma según Montesino es «ponerlos en macetas pequeñitas, el árbol detecta que no tiene suficiente sustento de tierra para hacer el tamaño de hoja que ellos desean y entonces lo minimizan todo».
De hecho de lo que se trata es de «moldear el árbol intentando que se parezca al máximo a como si estuviera en la naturaleza», comentó Montesino que explicó que «se moldean con una serie de alambres y antes de que le haga daño y le apriete, se le quita y el árbol no sufre, al contrario, se le están dando minerales y abonos, tierra y aguas de una calidad que en estado natural no tendría». De hecho Torres asegura que los bonsái son árboles que están muy mimados ya que reciben cuidados y alimento «extra» que un árbol normal no recibe.
La afición por estos pequeños seres parece que cada vez va a más en Eivissa. Montesino y Torres lo notan en sus talleres, que realizan cada sábado de 17.00 a 19.00 horas en el centro cultural de Puig d'en Valls, cedido por el Ayuntamiento de Santa Eulària. Cada sábado una decena de personas se reúnen allí para aprender e intercambiar impresiones en Bonsái Ibiza Escuela.
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