Presentación de Ibiza Gay Pride, que se celebra la próxima semana. Foto: DANI ESPINOSA
Ibiza es desde hace muchas décadas un reducto de libertad para quienes huyen de sus países o ciudades. Una isla sin corsés, donde el protocolo es laxo, la gente no mira de arriba abajo a sus vecinos si no van a la última moda, y en la que el amor no conoce de sexo, raza ni edad. Quienes se negaron a que otros marcasen su destino y les impusiesen la hoja de ruta de la costumbre, volaron en mente y cuerpo a un paraíso donde podían ser quienes su alma y corazón les dictasen, aunque en algunos casos eso supusiera el dolor de alejarse de los que más querían y renunciar a sus propias raíces. Lo que no sabían es que aquí la tierra es muy fértil y de repente, aquellos que remaron contracorriente acabaron olvidando su particular Ítaca seducidos por los ibicencos, al más puro estilo de Calipso, como le ocurriera a Odiseo en Ogigia.
Precisamente dicen que hay dos tipos de forasteros: los que a los cinco años se sienten apresados, recuperan la cordura y vuelven a su lugar de origen, y los locos que ya no recordamos qué se nos ha perdido en aquellos lares que nos dieron la vida. La realidad es que todo el mundo quiere venir a vernos, por lo que la morriña con visitas anuales se disipa, del mismo modo que las tradiciones que nos hemos sacudido sin miedo.
En esta oda a la libertad el amor tiene un hueco inmenso, tan grande que se escurre por todas partes, obviando si la persona a la que se ama tiene el pelo corto o largo, porque al final todos somos iguales, seres humanos llenos de inquietudes dispuestos a compartirlas. Así Ibiza se convirtió en el primer destino del mundo en tener una playa gay y una zona propia de copas donde la tolerancia se sirve en vasos de chupito y los besos solo provocan sonrisas.
Las banderas arcoíris, de la mano de las oraciones tibetanas, con ese olor a buen karma que inundan, han decorado durante décadas locales de nuestra isla amada y son muchos los que han seguido el camino de las baldosas amarillas hasta encontrar un reino mágico donde poder amar sin pudor y sin pedir perdón. Este símil entre El Mago de Oz, la genial película estadounidense de 1939, con dos premios Óscar por mejor música original y mejor canción por Over the Rainbow, no es casual. De hecho la bandera LGBT o bandera del arcoíris fue popularizada en 1978 como símbolo del orgullo gay por su creador, Gilbert Baker, artista nacido en Kansas, lugar de origen del personaje de este largometraje de culto. Sea como fuere, imaginar un mundo en el que tras el arcoíris los sueños se vuelven realidad, es cada día más fácil… sobre todo en Ibiza. En un momento en el que se cumple una década de la aprobación de las bodas entre parejas del mismo sexo en nuestro país, algo que ya nos parece tan natural como la inclusión del euro en nuestras vidas, las Pitiusas acogen una de las mayores concentraciones gay de Europa. Esta semana, conmemorando el día del orgullo gay y esos diez años de amor ante los altares, viviremos cinco días llenos de ocio, fiesta y entretenimiento multicolor en el Ibiza Gay Pride.
Acostumbrados a ser el escenario de todo tipo de eventos internacionales, esta fiesta, especialmente cómoda para nuestras islas, espera acoger desde este miércoles 8 y hasta el domingo 12 de julio a más de 50.000 personas de 50 nacionalidades distintas para disfrutar de un evento que promete difundir todo aquello que nos ha dado fama mundial. Nuestras playas, centro histórico, Patrimonio de la Humanidad, restaurantes, hoteles y establecimientos de ocio se vestirán de rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta, mostrando una vez más su mente abierta y limpia, con ese aroma a mar que lo refresca todo cuando el calor es sofocante.
Emociones
Ibiza Gay Pride promete ser una semana repleta de emociones con citas culturales, musicales, charlas, presentaciones, exposiciones de arte, ciclos documentales, talleres, actividades deportivas y, por supuesto, fiestas diurnas y nocturnas en enclaves tan icónicos como Space, Amnesia o Privilege.
Hubo una época en la que estaba de moda tener amigos gays, nunca he estado tan de acuerdo con una tendencia, ya que duran toda la vida, son enriquecedores y te dan la oportunidad de conocer a muchos héroes que eligieron no luchar en guerras que no eran las suyas. Si alguien tras leer este artículo no comulga con la libertad, tal vez deba quedarse estos días en casa disfrutando de una maratón de cine que comience, por supuesto, por un clásico digno de estudio: El Mago de Oz. Vuelve a Kansas, Dorothy, sacude tus zapatos rojos.
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