El Ministerio Fiscal pidió ayer cinco años de prisión y una multa de casi 240.000 euros para cada uno de los miembros de un matrimonio a los que se acusa de obligar a otro hombre a transportar varios paquetes de droga en un barco que viajaba desde Eivissa a Denia.
Sin embargo, los hechos que se juzgan, sucedidos presumiblemente el pasado 17 de marzo de 2014, no pudieron demostrarse durante la vista oral que celebró ayer la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Palma en la sede de los juzgados de Eivissa. Y es que el supuesto correo, S.G.B., actualmente preso en el Centro Penitenciario de Castellón de la Plana, se desdijo mediante videoconferencia de todo lo que declaró cuando fue detenido por la Guardia Civil alegando que en aquel momento se encontraba «bajo el síndrome de abstinencia».
Un estado que negaron los dos agentes que lo detuvieron en la estación marítima de Eivissa cuando estaba a punto de embarcar rumbo a Denia. Ambos aseguraron que estaba «nervioso pero normal» y que «se vino abajo rompiendo a llorar cuando estaba en el interior del coche». Momento en el que presumiblemente confesó que los dos acusados «lo habían obligado a transportar tres paquetes que contenían 1.992,16 gramos de heroína en el interior de su Peugeot 307, que le habían comprado el billete, y que lo habían amenazado a causa de unas presuntas deudas contraídas con ellos por la venta de unos vehículos».
Viaje de aniversario
Igualmente, los dos acusados, de etnia gitana, negaron toda su vinculación con S.G.B. Tanto E.G.B., de 41 años de edad y condenado en 2011 a tres años por un delito contra la salud pública relativo a sustancias que causan grave daño a la salud por la Audiencia Provincial de Valencia, como su pareja A.G.M., de 34 y sin antecedentes penales, alegaron que su viaje a Eivissa se debía a una celebración «con motivo de su aniversario como pareja». Un viaje que, a pesar de estar ambos en el paro en 2014, fue financiado por los padres de ella y «con nuestros pocos ahorros ganados de la venta ambulante».
Asimismo, y tras asegurar que desconocen los motivos de por qué S.G.B. los había involucrado, durante su último turno de palabra, E.G.B. aseguró que como matrimonio están pasando «una situación desesperada». «Se me acusa de ser un traficante, pero yo pregunto al tribunal: ¿qué traficante pide ayuda para no tener que ser desalojado de su piso, qué traficante permite que sus hijos vayan al colegio con libros usados, qué traficante permite que su mujer vaya a Cáritas para conseguir comida, o qué traficante recurre a la ayuda gitana del pañuelo para poder pagar este viaje a Eivissa?».
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