Los Reyes se han unido hoy con su presencia en Bullas al dolor de un pueblo roto por la tragedia sufrida el pasado sábado, cuando volcó un autobús con 55 viajeros que regresaban de Madrid, diez de los cuales murieron en el acto y otros cuatro horas después en distintos hospitales.
Bullas, una pequeña población del noroeste murciano de apenas 12.500 vecinos, está paralizada desde entonces y se ha congregado hoy desde primera hora a las puertas del pabellón Juan Valera, donde ha tenido lugar el funeral que han presidido don Felipe y doña Letizia.
Los Reyes han llegado pasadas las once de la mañana a este pueblo, que lo ha esperado enmudecido tanto dentro como fuera del recinto, totalmente repleto de familiares, vecinos y compañeros de trabajo de los fallecidos -doce mujeres y dos hombres-.
Don Felipe y doña Letizia han entrado acompañados por el presidente del Gobierno de Murcia, Alberto Garre; el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, y el alcalde de Bullas, Pedro Chico, con un visible cansancio y conmoción por lo vivido en las últimas horas.
Durante algo más de diez minutos, los Reyes y las autoridades han saludado, besado y abrazado a los familiares de cada uno de los fallecidos, excepto los del párroco de Bullas, Miguel Conesa, de 36 años, cuyos restos están siendo velados en Espinardo, la pedanía murciana de la que era natural y donde se celebrará esta tarde su funeral.
La misa ha sido oficiada por el obispo de la diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, y concelebrada por varias decenas de sacerdotes de este Obispado, que también vive con especial significado este accidente por la muerte del joven párroco bullense y porque las víctimas participaban en una peregrinación organizada por la parroquia a Madrid, donde están los restos de la madre Maravillas, de la que eran devotos.
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