Los bomberos se tuvieron que emplear a fondo para ‘rescatar’ a uno de sus compañeros que había resultado ‘herido’.

Cala Aubarca y sus preciosos y al mismo tiempo peligrosos acantilados se convirtieron ayer desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde en un amplico campo de prácticas donde cincuenta y cuatro bomberos de grupos de rescate vertical de Huelva, Vizcaya, Morón de la Frontera, Marbella, Alicante, Valencia o Toledo, pusieron en práctica todas sus habilidades.

Para ello se llevaron a cabo una serie de maniobras consistentes en cinco rescates ficticios en los que los agentes tuvieron que socorrer a unos actores que interpretaban a una familia que se había caído en distintas zonas del acantilado y a una espeleóloga atrapada en una cueva de la zona. «Hemos querido reproducir una situación desgraciadamente más común de lo que la gente se piensa, que es la de una familia que quiere hacer una fotografía en un lugar complicado, dan un paso atrás, y se precipitan quedando heridos y sin posibilidad alguna de moverse», explicaba Bernat Escrivá, bombero, miembro del Grupo de Rescate Vertical de Eivissa y organizador del ejercicio.

Así, cada uno de los grupos de bomberos se fueron dividiendo según el rescate a realizar. Su primera función fue la colocar las cuerdas en las rocas mediante un sistema de tres anclajes, una triangulación y un cordino repartidor de carga, para poder descolgarse de forma segura hasta la víctima. Según Julián Vega, jefe del Grupo de Rescate Vertical de Eivissa, cada una de estas cuerdas tiene una serie de nudos para que puedan ser identificadas por los propios bomberos: «Un nudo, para la de progresión que permite llegar a la víctima, dos para la tractora que levanta al herido, tres para la de contrapresista que se emplea a modo de polea para que el traslado sea más suave cuando el herido esté grave, y cuatro, para casos especiales».