Un joven camina por una estrecha acera al lado de un camión.

Caminar por la acera de la avenida de Sant Josep de Vila, que une la rotonda de ses Figueretes con la de Can Sifre, es todo un deporte de riesgo. Muchos de los transeúntes que se ven obligados a transitarla se tienen que enfrentar diariamente a aceras estrechas, donde apenas cabe una persona, al mal estado de la calzada, y a la excesiva velocidad de los vehículos que circulan por ella.

En los últimos años cinco personas han fallecido en la zona, el último un motorista de 25 años que el viernes pasado de madrugada impactaba con su moto de gran cilindrada, tras saltarse el semáforo en rojo del cruce con la calle Portinatx, contra un todoterreno de los bomberos que se incorporaba correctamente a la avenida.

«Mis hijos me dicen que me juego la vida todos los días viendo lo que hay pero no tengo más remedio que caminar por aquí hasta llegar a mi casa», explicaba ayer a

Ultima Hora Carmen, una señora mayor vecina de la zona, resumiendo el sentir de muchos vecinos que día a día caminan por esta avenida.

Y es que únicamente basta dar un paseo por esta principal arteria de Vila para constatar que Carmen lleva toda la razón. En sentido salida, desde la rotonda del supermercado hasta la gasolinera Repsol, las aceras son anchas pero se encuentran en muy mal estado y con numerosas grietas. Después, al llegar al disco bar Dakota la acera se va haciendo cada vez más estrecha y a la altura del primer semáforo se vuelve casi inexistente e, incluso, en algunos tramos, prácticamente no cabe una persona. Y así, transcurre hasta la rotonda de Can Sifre.

En sentido entrada la situación no mejora mucho más. Desde la citada rotonda hasta la altura del bar restaurante Astro las aceras prácticamente mantienen el mismo ancho, a lo que hay que sumar la peligrosa incorporación de los vehículos que salen desde Ca n’Escandell, dónde apenas se respeta la señal de ceda el paso.