«Estoy desesperado. No tengo trabajo y nadie me ayuda. Me voy a quemar aquí mismo, pero a vosotros no os haré nada. Podéis estar tranquilos». Sabri, un joven tunecino desesperado por la crisis, no era la primera vez que acude a la sede de CCOO en Francesc de Borja Moll, en el centro de Palma. Reside legalmente en España, pero no hay manera de que consiga un trabajo. Ayer intentó quemarse a lo bonzo después de echarse medio litro de gasolina encima. Otro magrebí lo impidió tras arrebatarle un mechero que había sacado improvisadamente. «Me he lanzado sobre él y le he cogido muy fuerte. Al principio me hablaba en castellano, pero luego se ha dado cuenta de que era árabe y me ha contado en esa lengua que lo hacía porque estaba desesperado, no tenía ni para comer», explicó Rachid.

El inmigrante desempleado se entregó después de que más de una veintena de agentes de policía tomaran la sede del sindicato y uno de los mandos negociara con él hasta convencerle para que depusiera su actitud. Tras ser atendido también por un psicólogo, dicha persona fue trasladada a Son Dureta.