«Nunca he traficado con drogas. Acepté recibir un paquete que no sabía ni qué llevaba por una deuda de 6.000 euros. He sido apaleado, extorsionado y amenazado de muerte por gente armada, muy peligrosa y asidua de Eivissa. Hace una semana vinieron a mi casa y me dijeron que qué iba a decir en el juicio».

Este es el testimonio de un joven de la isla que ayer tuvo que comparecer ante la Audiencia Provincial después de que la policía lo detuviera el año pasado al sospechar que podía estar relacionado con la distribución de cocaína en Eivissa.

Cala Llonga

El arresto de dicha persona tuvo lugar tres meses después de que se apresara a un conocido del anterior con 700 gramos de cocaína cuando supuestamente los desenterraba en una zona boscosa de Cala Llonga. Ambos se sentaron en el banquillo para enfrentarse a siete años de prisión.

La policía apresó a ambos individuos, junto a otras dos personas que, sin embargo, no han sido juzgadas, tras una investigación con escuchas telefónicas que se realizaron al investigarse «informaciones» que apuntaban a la existencia de un grupo de distribución de droga en la que estaba implicado P.A.L., un conocido del Grupo de Estupefacientes de 31 años. Las defensas pidieron la nulidad de las actuaciones al entender que éstas no se habían realizado con las garantías legales necesarias.

P.A.L. fue arrestado el 21 de agosto de 2008 en Cala Llonga tras montarse un dispositivo de vigilancia a su persona y hallarse 703 gramos de cocaína en su coche. El acusado afirmó ayer que únicamente actuaba como «correo» para obtener la cocaína que precisaba desde los 17 años. «Estaba consumiendo tres gramos diarios. Era empezar y no parar», afirmó ante el tribunal. Una historia similar rodea al otro acusado, V.G.A., quien también se declaró consumidor desde los 17 años. La policía los apresó en noviembre en el aeropuerto después de que a su nombre llegara un paquete con distintas sustancias químicas que se supone iban a ser utilizadas para cortar cocaína.

Discoteca Buddha

«No sabía ni qué había dentro. Afortunadamente no eran armas. No tuve más remedio. Me pusieron entre la espada y la pared», explicó V.G.A., quien relató que todo ello ocurrió cuando se dedicaba a la compraventa de vehículos de alta gama en un negocio de Madrid y acumuló deudas. «Me dieron el paquete en la discoteca Buddha, en la A-6, después de agredirme», señaló.

Ambos acusados reconocieron sólo conocerse de haber «consumido juntos y de salidas nocturnas». Pero nada más. V.G.A., además, sufrió registros en una nave industrial propiedad de su familia, donde había maquinaria, y en su casa.