«El caballo de batalla absoluto es el de la drogadicción». El abogado de Rodrigo de Santos, José Ignacio Herreros advirtió en su primera intervención ante el jurado por dónde va la defensa del ex edil y éste siguió esta línea al pie de la letra. En su primera cita con los tribunales, el ex concejal de Urbanismo de Cort responsabilizó de la malversación de más de 50.000 euros de Cort a su adicción a la cocaína. «Pagué los servicios de Casa Alfredo porque me servían droga; soy adicto a la droga, no al sexo», aseguró.
Durante su interrogatorio, De Santos se mostró combativo con el fiscal. Hasta en seis ocasiones tuvo que ser requerido por el presidente del Tribunal, el magistrado Carlos Izquierdo, para que ciñera sus respuestas a las preguntas del ministerio público, una de ellas cuando el ex edil intentaba exhibir sus logros al frente del Urbanismo de Cort. Sus casi dos horas de declaración fueron un recorrido por sus problemas con la cocaína para justificar el uso de la tarjeta de crédito en locales de prostitución. «Nunca lo hice por dinero, si me hubiera querido lucrar, habría tenido mil maneras mejores como concejal de Urbanismo. No fui consciente de que la cantidad fuera tan alta. He sido muy inconsciente, pero ¿quién en su sano juicio habría hecho las cosas tan mal?», aseguró.
El acusado contó que a comienzos de 2002 se inició en la cocaína. Entonces conoció al dueño de Casa Alfredo y comenzó a frecuentar el prostíbulo porque allí conseguía droga y creía que allí tenía «privacidad». Según su relato llegó a pasar doce horas seguidas en el local: «Nadie es capaz de aguantar tantas horas si no hay una adicción». De Santos cuenta que usaba la tarjeta de crédito de Cort cuando se le acababa el dinero. Incluso confesó que llegaba a entregar su cartera a los responsables del local para que se cobraran los servicios sexuales y la droga. De hecho, no fue capaz de reconocer su firma en tres de los pagos cargados a la tarjeta de crédito.
El ex edil, además del atenuante de drogadicción, plantea el de confesión para rebajar su pena. Así, reiteró que había colaborado en todo momento con la investigación. La Fiscalía niega este hecho y señala que sólo lo reconoció cuando supo que se le estaba investigando. «Me pillaron ustedes, pero yo di el primer paso para salir de la droga», concluyó De Santos.
Todos los testigos que declararon ayer ante el Tribunal del Jurado cuestionaron que De Santos actuara movido por la cocaína. El más claro fue el dueño de Casa Alfredo, quien afirmó que «sabía bien lo que se hacía» cuando pagaba con la tarjeta. El responsable del prostíbulo señaló que en su local estaba «prohibidísimo» el consumo de cualquier sustancia estupefaciente para evitar problemas con la policía. Eso sí, describió a Rodrigo de Santos como «un cliente habitual» y, en otro momento, como «una gran persona» que jamás causó problemas en el establecimiento. Tres policías nacionales que realizaron una redada en el local en octubre de 2007 y encontraron allí al ex concejal incidieron en la misma línea. Ninguno de ellos encontró cocaína en el local ni restos de su consumo, si bien es cierto que se trataba de una operación contra la inmigración ilegal. Los tres, además, coinciden en que De Santos se mostró tranquilo durante el registro y que no mostró señales de ir drogado.
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