La cantidad y la efectividad de los medios aéreos fue determinante para controlar las llamas, que comenzaron sobre las diez y media de la mañana en la frondosa ladera de un monte del Camí de Sa Rota, cerca de la depuradora de Santa Eulària, por causas desconocidas, en un caluroso día en el que ya se temía por la posibilidad de incendio forestal. Por suerte, apenas sopló viento.
Rápidamente llegaron al lugar tres helicópteros y tres aviones, uno de ellos de coordinación aérea: dos helicópteros del Ibanat y uno de la Direcció General d'Emergències (DGE), y dos aviones del Ibanat y un Canadair. También se dio la afortunada circunstancia que los helicópteros cargaban sus cestas de agua en una alberca de riego situada apenas a diez segundos de vuelo del lugar en el que estaban las llamas. Los aviones no podían hacerlo en este lugar y, al parecer, volaban hasta la bahía de Portmany para cargar.
También trabajaron en la extinción, además del Ibanat y la DGE, nueve bomberos del Consell d'Eivissa, que acudieron a la zona en tres vehículos, agentes de la Guardia Civil, voluntarios de Protección Civil, agentes de la Policía Local de Santa Eulària y la Unitat Operativa d'Emergències. Tras el trabajo de los medios aéreos, fueron los bomberos del Consell d'Eivissa y el personal de tierra del Ibanat, nueve de ellos llegados de Mallorca en uno de los helicópteros, quienes se encargaron de asegurarse de que las llamas no se reavivaran.
Casas cercanas
Los primeros momentos fueron determinantes. Fue la velocidad en las descargas de agua de los helicópteros y los aviones lo que favoreció que el incendio ya estuviera controlado sobre las dos o tres de la tarde, aunque hasta ya por la noche no se dio el incendio por extinguido. Cuando las llamas ya no resultaban tan amenazantes, los aviones se retiraron, pero los helicópteros continuaron con los lanzamientos a lo largo de toda la tarde.
Finalmente, aunque aún se está pendiente de la medición exacta, se calcula que ardieron unas cinco hectáreas, según la DGE, que informó además de que la consellera d'Interior, Mª Àngeles Leciñena, se acercó por la zona.
No muy lejos de las llamas, en algunos casos apenas 200 o 300 metros en línea recta, se encontraban dos casas. Al parecer, en un principio se valoró la posibilidad de obligar al desalojo, pero finalmente no se hizo.
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