La Guardia Civil entregó a Alvar Paas en el juzgado ayer tarde después de que éste decidiera entregarse. Foto: GERMÁN G.LAMA

El turista estonio que presuntamente mató el pasado martes a su compañero de hotel en Sant Antoni ingresó en la prisión de Eivissa poco antes de las diez de la noche. Ante la juez, volvió a declararse inocente de un crimen que le puede suponer una condena de diez años de prisión por homicidio. Alvar Paas, de 27 años, reiteró, como hizo ante la Guardia Civil, que actuó en defensa propia cuando discutió con la víctima, otro turista que, como él, venía sólo a la isla y al que conoció en la parada de autobús del aeropuerto de Eivissa. Según su declaración, ambos se pelearon después de que él estuviera harto del supuesto comportamiento arrogante de Alejandro A., el joven colombiano nacionalizado italiano que pereció desangrado tras una fatal cuchillada en la arteria carótida.

Su testimonio, sin embargo, quedó en entredicho por las pruebas recogidas. La autopsia reveló que las heridas ocasionadas al fallecido, entre ellas la que le costó la vida, eran incompatibles con una acción en defensa propia y más bien procedía de un ataque directo del presunto homicida a un hombre que, según su propio relato, apenas conocía. Paas señaló que coincidió con Alejandro A. en el vuelo de Londres que los trajo a la isla hace ahora ocho días. Tras convenir compartir habitación para ahorrar gastos comenzaron los problemas entre ambos. Primero hubo discrepancias para acudir a una fiesta de una discoteca de Sant Antoni. Uno y otro continuaron echándose en cara los «trapos sucios» de su reciente e inaugurada relación amistad, desaires en los que también salió a relucir el tabaco que consumía la víctima a costa del presunto homicida.

La temperatura creció en la habitación 306 de los Apartamentos Sant Antoni , un lugar donde se halló sangre en varias zonas como si la violenta pelea se hubiera ido desplazando de un lado a otro. Alvar Paas aseguró en el juzgado que estaba muy «arrepentido» por lo sucedido y repitió su historia de que sólo al sentirse sin aire, al ser agarrado por detrás por su compañero, cogió el cuchillo homicida, un arma de cinco centímetros y lo clavó varias veces en el cuello de Alejandro A.

Sin dinero

Asustado y sin dinero escondió el cadáver bajo cama y envuelto en una sábana. Ni siquiera pensó en llamar a una ambulancia o en pedir ayuda. Luego, sin saber aún que su identidad había sido confundida con la del fallecido, vagó durante cuatro días por la isla durmiendo en las playas hasta que decidió entregarse en Comisaría, momento en que se descubrió que él no era realmente la víctima. Horas antes llamó a su madre para explicarle el penúltimo capítulo de unas desafortunadas vacaciones definitivamente concluidas para él en la prisión de Eivissa.