Sólo quedaban dos familias viviendo en el Club Robinson de Cala Vedella y ayer decidieron marcharse. Anteanoche escucharon ruidos y vieron los cigarrillos de los ladrones que desvalijaban los pisos vacíos, propiedad de personas que los compraron para pasar las vacaciones, alquilar o revender. «Eran tres o cuatro y cuando nos vieron salieron corriendo», explicó ayer uno de los vecinos. El único vigilante con el que contaba la urbanización ya no trabaja porque, según los moradores, Inmobiliaria Salinas ya no le pagaba su sueldo.

En relación con estas viviendas y esta inmobiliaria se presentaron el año pasado numerosas denuncias. Se cree que hay cerca de 40 personas afectadas por supuestas operaciones fraudulentas llevadas a cabo en la venta de pisos reformados y por las que se denunció a Inmobiliaria Salinas, con sede en Ignacio Wallis de Vila. Agentes de la Guardia Civil detuvieron al director de una sucursal bancaria y a un responsable de la inmobiliaria. Ambos, tras declarar ante el juez de guardia, quedaron libres. El caso se está investigando. «Lo increíble es que esta inmobiliaria sigue abierta», denunció ayer uno de los compradores, que además asegura que un responsable del negocio les ha amenazado. «Los robos son constantes y tenemos miedo, por eso nos vamos. Tendremos que pagar un alquiler además de la letra del piso», explicó uno de los denunciantes que anteanoche se topó con los ladrones. «Por las noches escuchamos voces y ruidos dentro de las casas. Es un total abandono, es como vivir en una ciudad fantasma. Yo soy brasileño y sé lo que es tener miedo, pero aquí tengo más, el desamparo es total», relató.

Para colmo, aseguran que el Ayuntamiento de Sant Josep les ha informado de que en el plazo de un mes cortará la electricidad (que en la actualidad es de obra) y el agua por falta de permisos.